David
Cameron ha estado recientemente de visita por Jamaica, uno de los países caribeños
con un pasado esclavo. Y ha destacado las inversiones millonarias de su país en
el desarrollo de infraestructuras en la isla. Pero lo que flotaba en el aire
era si trataría del pago de compensaciones por ese pasado. (Cameron en Jamaica).
Los países americanos de ascendencia africana
periódicamente reclaman indemnizaciones
por los millones de esclavos con los que se formó su país. Los países de
origen, también. Los países antiguos esclavistas reconocen ese pasado y se
disculpan (más o menos) pero no quieren hablar de pagos. La columnista Julia Hartley, del Telegraph, pregunta:
“A mí me molesta bastante lo que hicieron
los romanos a mis antepasados británicos, por no mencionar las atrocidades de
los vikingos. Entonces, ¿voy a reclamarle a los italianos y los daneses por
ello? ¿Hasta cuándo: 200 años, 500 años, 1.000 años después? ¿O podemos pedir
compensaciones por todo lo que ha ocurrido desde el Big Bang?”
No es una cuestión retórica. Por un lado, queda por dilucidar si todos los negros de hoy en esos países son
realmente hijos de esclavos. La esclavitud era un comercio legal en aquellos
momentos. Pero no todos los
ciudadanos blancos de los países esclavizantes
tenían esclavos. Y muchos negros nacieron directamente libres.
Y si se pide compensación “de país a país”, un
estado estaría asumiendo las responsabilidades de sus ciudadanos más ricos, mientras
a los demás se les pediría que pagasen por algo que no sólo no es culpa suya,
sino que sucedió antes de que nacieran.
Todos los países del mundo han robado y han
sido robados, han invadido y han sido invadidos, han matado y han sido muertos.
La esclavitud es una práctica tan vieja como el ser humano, ya la practicaban
los cavernícolas cuando descubrieron que uno fuerte puede obligar a otro a
trabajar para los dos.
La esclavitud es una carnicería imperdonable
y vergonzante para todo el género humano, que ha existido prácticamente en todos
los rincones del planeta a lo largo de milenios.
Y todas las sociedades han ido evolucionando y trampeando como han podido con su
presente, con su pasado, con sus glorias y con sus miserias. De la esclavitud
africana (y europea, y china) que llenó las tierras de América han pasado siglos.
¿Qué han hecho en ese tiempo esos países, esas gentes en esas situaciones?
Hilary Beckles, director de
la comisión de Reparaciones de la Comunidad del Caribe, ha dicho: "No pedimos limosnas o cualquier otra
forma de sumisión indecente. Simplemente pedimos que se asuma la
responsabilidad y se den pasos para contribuir en un programa conjunto de
rehabilitación y renovación".
Esa dignísima declaración tiene otra cara:
adjudicar muy hacia atrás la ruinosa situación del presente. Pedir que otros
países solucionen los problemas de éstos, pagando con dinero de hoy las deudas
de ayer.
Hacen orfebrería matemática para calcular
cuántos jornales se hicieron y trasladarlos al precio de hoy. Pero la cantidad
exacta de esclavos no se sabe, y los salarios hubieran sido muy dispares,
porque no tenían la misma calificación los esclavos del campo que los urbanos.
Si se quisieran aplicar criterios actuales, habría que descontar alimentación y
vivienda de esos esclavos, llegando a una aberración inclasificable.
Puestos a ser justísimos, muchas personas de
esos países esclavizantes, tienen en
sus pasados mucha gente que vivió como los
esclavos, aunque no fueran de color oscuro. Y tendrían que pagar? Los lugares a
los que se llevó esa mano de obra tenían indígenas, que sufrieron doble
invasión y casi extinción por enfermedades importadas y condiciones de vida
inhumanas ¿Deberían los descendientes de esclavos pagar indemnizaciones a los
descendientes de nativos porque formaron parte de sus tragedias? Otra
aberración.
La esclavitud es una práctica histórica del ser
humano, miserable e inhumana. Pero los mercaderes europeos arribaron a las
costas africanas para comprar esclavos en los mercados que ya existían,
controlados por tribus africanas para vender gente de otras tribus. No fue un
invento europeo. Ni lo pagarían ahora los herederos de los unos ni lo cobrarían
los descendientes de los otros.
La palabra “esclavo” deriva de eslavo,
que fueron los primeros pueblos esclavizados en masa por el imperio romano. La
esclavitud temporal para saldar deudas fue común en Europa durante siglos. La movilización
de mano de obra esclava para grandes obras ha sido una práctica habitual en
todo el mundo, incluidas Rusia, India y China. Millones de chinos también
fueron llevados a América y ellos están demasiado ocupados levantando su propio
país como para andar con reclamaciones.
El tema de la esclavitud es un atolladero
político cíclico, que sirve a muchas naciones para justificar su ruina
económica, para reclamar permanentemente más dinero y para acallar las bocas de
los que preguntan por todo el dinero que
ya se les ha enviado. Y ahí juega la carta de corrupciones, desconocimientos e
intereses inconfesables. Y deudas.
Muchos de esos países están endeudados con
entidades financieras internacionales que se llevan la mayor parte de su
producción. Muchos tienen sus materias primas en manos de multinacionales que
no tienen más patria que el beneficio económico. Esa es su esclavitud actual,
esa es la causa de su ruina actual, esa es la clave para que levanten cabeza.
Que afronten su presente y que tomen el poder
de sus propios recursos y de la formación de su gente, que gestionen su
presente, como han hecho todos los países, asumiendo su propia historia, con
sus luces y sus miserias.
Hay varios libros que tratan el tema de la
esclavitud con seriedad histórica, y que merecen, pese a lo durísimo del tema,
una lectura detenida. Historia de la Esclavitud (de José Antonio Saco), y el gran volumen La Trata de Esclavos, Historia
del tráfico de seres humanos, de Hugh
Tomas.
No se trata de olvidar la esclavitud, o de
tratarla como un tema menor, o dejar de vigilar para que no vuelva a suceder.
Se trata de asumir la historia de la Humanidad como lo que es: memoria y
aprendizaje del pasado.
Porque el trabajo que tenemos todos por
delante es construir el futuro.
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