Matilde Asensi
aborda en su obra El Origen Perdido una aventura por las culturas precolombinas,
teniendo como telón de fondo un concepto muy debatido en los ambientes
científicos: el poder de la palabra como sonido, como vibración de la materia.
El argumento de la novela parte de un
hombre que está gravemente enfermo y postrado, al parecer por el efecto de una
maldición, que le afectó al ser pronunciada en idioma aymara y que sólo puede
ser sanado con una frase pronunciada también en ese idioma.
De ahí viajes por el mundo, Bolivia, Tiahuanaco, y la
selva del Madidi, pruebas con trampas, aventuras y tratos entre el hermano rico
e informático del enfermo y sus dos colaboradores más la profesora antropóloga
que encargó al enfermo el trabajo que lo dejó postrado.
La obra se puede leer como una novela
de aventuras, pero también como una aproximación a un estudio de la situación
histórica y social en el continente americano en el momento del desembarco de
europeos. De las culturas que existían, de sus historias, sus dioses, sus ritos
y sus creencias. Quechuas, Aymaras, Yatiri. De lo que se ha divulgado y de lo que se ha callado. También
hay una mirada a las creencias, la figura controvertida de Viracocha como
deidad o como representación de alguien real que pasó por allí hace mucho
tiempo.
Y en paralelo, un estudio sobre el
primer lenguaje, ese que llaman nostrático
y que se supone que era el que usaban
los primeros humanos, hace unos 13.000 años. Sus vocalizaciones, sus
vibraciones, el efecto sobre el cerebro. La posibilidad de que un maleficio,
una frase, un conjunto de sonidos, tengan un efecto determinado sobre las neuronas del cerebro, sobre la
inteligencia o la voluntad.
Los personajes informáticos dan su
versión comparándolo con un software, una clave de acceso que por vibración bloqueara
o desbloqueara algo, que diera unas órdenes o las anulara.
Uno de los protagonistas asegura: “Yo creo que el aymara es un vehículo
perfecto para bombardear el cerebro con sonidos. ¿Has visto la típica escena de
película en la que una copa de cristal estalla cuando se produce cerca un
sonido muy fuerte? Pues el cerebro responde de la misma manera cuando se le
bombardea con ondas sonoras. Se disparan los neurotransmisores que provocan tal
estado de ánimo o tal sentimiento”.
Como buena novela de aventuras, la
superación de pruebas también trae una madurez emocional de los protagonistas,
una evaluación de sus propios comportamientos, un crecimiento.
En la obra se percibe una labor
ingente de documentación por parte de la autora, de estudio de la cultura maya
y aymara, de la presencia española en las luchas por el poder de las culturas
que ya existían, de los tratos y los pactos. Todo con el respeto, la veracidad
y la curiosidad debida.
Precisamente esa fase de documentación
previa fue la que generó gran polémica después de ser publicada la novela en
2003. Se alzaron voces en Bolivia quejándose de que Asensi no había reconocido sus fuentes, las investigaciones reales
en las que se basó, los nombres y apellidos de las personas que le dedicaron
tiempo e información. Incluso se la llegó a acusar de plagio en cuanto a los
resultados de unas expediciones que se citan en el texto.
El asunto llegó a los tribunales, intervino
Editorial Planeta y en 2005 la Cámara de Diputados de Bolivia emitió un comunicado
ofendido por considerar que Asensi
“había violado los más elementales derechos
de propiedad de Bolivia y los derechos de autor de la expedición Madidi”. Textualmente
declara: “censura pública a la utilización
indebida de la Expedición Madidi, sus miembros y sus temas, sin autorización y sin
cita, por parte de la ciudadana española Matilde Asensi en la novela El Origen Perdido”.
Al margen de la polémica, se trata de una
novela de aventuras de buena lectura, con dos temas de fondo (el mundo precolombino
y el poder del sonido) interesantes y bien tratados.