Paulo
Coelho escribió este relato en 2003; retrata la vida de María, una chica brasileña de clase pobre,
desde sus ilusiones infantiles a los once años hasta su vida adulta como
prostituta en Suiza, a medio mundo de distancia.
Empieza con una frase de cuento “érase una
vez”… como si quisiera narrar un cuento, los relatos que se usaban para
transmitir valores concretos a un público entregado. La obra se desarrolla
entre la narración en sí y las páginas del diario de su protagonista. El estilo
sigue la pauta que ha conseguido millones de seguidores para el autor: un verbo
fácil de leer, una mezcla de filosofía ligera, frases impactantes, autoayuda,
esoterismo light y costumbrismo.
El tema del libro está reflejado en su título
y explicado en un párrafo: “¿Durante la
noche? María, estás exagerando. En realidad, son cuarenta y cinco minutos y si
descontamos el tiempo de quitarse la ropa, ensayar alguna falsa caricia, hablar
de algo trivial, vestirse… reduciremos ese tiempo a once minutos de sexo propiamente
dicho”.
De eso trata la obra, del sexo y la soledad y
las esperanzas postergadas sin fecha. Para explicarlo, el autor se pone en la piel
de una niña de once años y refleja en sus diarios unos pensamientos y unas
reflexiones bastante extrañas para el sentir de una niña y de esa edad. Y
cuando los diarios ya son de la mujer que trabaja en un club de alterne, pone
en esas pretendidas páginas unas filosofías poco creíbles.
Y la obra sigue con unos personajes poco
sólidos y demasiado previsibles, unas explicaciones cuanto menos excesivamente
amables tratándose del oficio que recorre todas las páginas: la prostitución,
aunque el autor se empeñe en venderlo como un trabajo sin secuelas físicas o
síquicas en la mujer. Además de confundir el sexo con el negocio de la
prostitución, y poner en este último las connotaciones más elegantes del primero.
Paulo Coelho de Souza es un autor brasileño nacido en Rio de Janeiro en 1947 y afincado en Suiza desde 2006. Sus obras se han vendido en más de 150 países, ya han alcanzado los 200 millones de ejemplares y se han traducido a 81 idiomas. Ha conseguido varios galardones internacionales, colabora con la Unesco y desde 2002 es miembro de la Academia Brasileña de las Letras (sillón 21).
De familia muy católica de clase media-alta,
comenta que siempre quiso escribir, fue demasiado desobediente con sus padres y
acabó ingresado dos veces en un instituto siquiátrico que lo sometió a
electroshock. Pasó por ambientes contestatarios, hippies, musicales y de magia
negra. A los veintiséis años decidió ser “normal”, consiguió trabajo, conoció a
quien sería su primera esposa y se trasladaron a Londres. Luego rompió con todo,
volvió a Brasil, se encontró con una amiga de la infancia que acabó siendo su
segunda (y actual) esposa.
Viajaron por Europa, y él aseguró que tuvo un
encuentro con un ser al que había conocido previamente en una visión. A partir
de ese momento se reencontró con el catolicismo, realizó el Camino de Santiago
y dio un giro definitivo a su vida, en el que todavía está. En cuanto a sus otras actividades, ha creado la Fundación Paulo Coelho a la que ha entregado miles de documentos, diarios y cartas recibidas a lo largo de toda su trayectoria.
Pese a ser un autor de éxito, literariamente
se le considera un autor menor, por sus construcciones gramaticales simples, sus
evidentes influencias de otros autores, sus citas frecuentes de la Biblia, las
Mil y Una Noches o el Mahbarata. Sin embargo, ha sabido construir una forma de
comunicar mensajes sencillos de autoayuda y de esoterismo fácil que llega a
millones de personas, que son sus lectores fieles.
Naturalmente, como autor pone algo de sí
mismo en cada escena o párrafo o pensamiento de Once Minutos, y en muchos puntos da la impresión de que expresa más
sus elucubraciones o sus fantasías que un pensamiento verosímil de la idiosincrasia de algún personaje. Sin embargo, el autor comenta al final de esta novela que está basada en la vida real de una prostituta, y que los comentarios
de sus compañeras y la vida que refleja del local donde trabajan corresponde
bastante a la situación real.
Es difícil pensar que una mujer que se
trabaja tres clientes cada noche cinco noches por semana no haya tenido ni un
encuentro difícil, ni un daño físico, ni una enfermedad y tenga ánimos al día
siguiente para ir a la biblioteca, estudiar, formarse…
Hay una situación en la obra que resulta
tópica: un cliente con aficiones de sadismo, una sesión consentida (dinero
manda) y la conclusión del autor de que la verdadera liberación de una mujer es
ser inmovilizada con cuerdas, humillada y azotada con un látigo. Que por
supuesto, en esa situación conseguirá un placer descomunal y que la verdadera
víctima es el del látigo, que es que no sabe expresarse mejor. En muchas
páginas da la impresión de que se están paseando las fantasmagorías del autor.
250 páginas después la obra termina con un
canto de esperanza, y de la manera clásica cuando se trata de este tema: un
cliente acaba enamorado de ella.