Una
madre inglesa descubrió que su hijo de 12 años acosó y humilló a la niña nueva de la clase y le rompió sus zapatos nuevos.
La madre, para
escarmentarlo, le quitó la paga para comprarle a la niña otro par de zapatos y
un ramo de flores. Una gran reacción, si vino acompañada de conversaciones y de
hacer sentir al niño empatía para con el dolor de la niña.
Pero
luego la madre entró en una espiral de comportamientos agresivos contra él. Lo
publicó en Facebook, escarneció al niño, se volvió viral, se enteró todo el
mundo, hubo comentarios a favor y en contra. En ese momento la balanza ya
empezaba a desequilibrarse. Como ella misma le decía a su hijo, los actos tienen consecuencias.
Humillar a un niño en Internet es poner un dato que lo perseguirá toda la vida,
porque nada desaparece. Y si es tu propio hijo, estás sembrando algo muy negro
en su alma infantil.
La
noticia no da más datos, así que no se sabe cómo fueron las conversaciones
madre-hijo, pero en todo caso, fueron conversaciones
adulto-niño. Y en ese punto ya no parece una cuestión de educación, de
inteligencia emocional, de impedir que florezca un acosador en casa. Parece una
cuestión de poder, de aquí mando yo,
de así aprenderás, de a mí no me avergüenza nadie, de yo sé educar a mi hijo, de que tomen nota las demás madres.
Ella
es madre soltera, y ese es un papel nada fácil. Él tiene 12 años, una edad
conflictiva porque empiezan a sentir una fuerza y un “aquí estoy yo” que
realmente no es tan grande y que además, no dominan. Pero convertir esos
tropiezos domésticos propios del crecimiento en una cuestión de escarnio
público es sacar las cosas de quicio. La identidad de la niña se ha mantenido a
salvo, y la compra de zapatos y flores se supone que pone fin al hecho, junto a
la aceptación, por pura empatía, de los demás niños/as del colegio.
Pero
el escarnio al que se ha sometido al niño durará en el tiempo, porque también
lo han visto todos los demás niños que comparten varias horas al día las mismas
aulas. Es posible que el interior del niño
crezca un sordo rencor hacia esa niña, causa primera de su situación actual.
También es posible que crezca otro hacia su propia madre, que no ha tenido
reparos en echarlo a la opinión pública como un gran delincuente.
En
todo caso, la solución de todo conflicto pasa siempre por la conversación, las
explicaciones, la educación, la empatía, la inteligencia emocional. El niño
humilló a la niña desde una posición de poder, porque era veterano en el cole.
La madre humilló al hijo desde una posición de poder, porque es la que manda en
casa. La violencia contra la violencia, la agresión contra la agresión es un
argumento que remacha la idea de que gana
el más fuerte, no el mejor.
Quizás
la Filosofía y la Inteligencia Emocional deberían figuran
entre las asignaturas importantes del mundo escolar… y adulto.
Fotos: Marga Alconchel
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