lunes, 24 de junio de 2019

La Gente Grande


Érase una vez un centro cívico en la ciudad de Barcelona dedicado a la gente mayor, la gent gran, la Gente Grande. Tenía talleres de distintas actividades, monitores incombustibles con una sonrisa incansable a todas horas, voluntarios con cientos de horas en su haber, responsables de todo permanentemente al pie del cañón. 

Y cientos de Personas Grandes, armadas de bastones, muletas, audífonos y distintas ortopedias que se presentaban a talleres, hacían deberes, aprendían coreografías y diálogos. Todos con la sonrisa puesta siempre, todos, todos, disfrutando de la compañía y los intríngulis de todos, mandándose mensajes a través del whatsapp (que lo carga el diablo) y negociando con hijos y nietos para el dia a dia.  

Los talleres se alargaron, como los cursos escolares, durante varios trimestres hasta el principio del verano, cuando llegó el fin de curso. La Gente Grande que tenía familia fuera se iba a pasar con ellos el verano, los talleristas cumplían otras obligaciones, el centro se preparaba a dormitar los meses en que la gente venía menos. Pero había que cerrar la temporada como ha de ser, con un encuentro entre todos, una muestra de lo que todos han hecho, una alegría compartida y una celebración de estar todos presentes, de estar activos, de mantener amistades, voluntades y proyectos. Porque hasta el último minuto hay tiempo.

Así que El Casal de la Gent Gran de Ciutat Vella, en Barcelona, organizó una cloenda (clausura) final de trimestre en el gran espacio del Convent de Sant Agustí. Era el 18 de junio de 2019 y el omnipresente Genís Bolívar juntó a todo su equipo, a los voluntarios y a cuanto despistado pasaba por allí para organizar la cloenda. 

Quim Cabanillas, bailarín, músico y tallerista encargado del espacio Ritme en el temps (Ritmo en el tiempo), se encargó de las músicas y los acordes mientras su hijo, un pitufo de un año, regateaba gateando entre las piernas de todos, perseguido por su madre, Isabel Ollé, bailarina como el padre.
Actuó el encargado del taller de TaiChi desde hace quince años; Cristina Amorós Lara, responsable del taller de gimnasia desde hace un año y con voluntad de seguir algunas décadas más. Actuaron los del Ritme en el Temps con lo que les había enseñado Quim Cabanillas en un número de danza suave. 

Actuaron solistas cantando (en playback) piezas de siempre que todos conocían. Actuó Nuri leyendo la carta de una madre a su hijo ausente, contándole las cosas de la familia. Actuaron Nuri y Pepita como un par de vecinas que se encuentran raras si no les duele algo. Actuó un grupo improvisado de sardanas, se repartieron diplomas, aplausos, agradecimientos, fotos para los eventos, flashes, muchos flashes.

Se despejó el espacio, se colocaron mesas y salió un pequeño aperitivo/picapica para reponer fuerzas después de las actuaciones y del cansancio de tanto aplauso. Con brindis de cava, cerveza, zumos y agua, todos se desearon feliz verano, quedaron para las clases sueltas que quedaban pendientes y se intercambiaron móviles, whatsapp y direcciones para mantener el contacto. 

Porque el verano es largo, y la vida se vive en cada momento.



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