Ese título contundente corresponde a una obra
escrita por Clive Cussler y Thomas Perry. Cussler es un conocido
aventurero, coleccionista de coches de lujo clásicos y buscador de tesoros estadounidense, dedicado a bucear, viajar y
escribir. Dicho así suena a aventurero de película, a ese ser imaginario que
todos queríamos ser en plena adolescencia.
Pues a veces parece que los sueños llegan a
ser reales. Clive Cussler ha
buceado, ha localizado pecios, ha investigado y ha escrito libros de aventuras
que le han permitido financiar más aventuras. En algunas ocasiones ha contado
con la sabiduría de Thomas Perry, otro
aventurero dedicado además al buceo en bibliotecas.
El eje de esta novela es la figura imponente
de Atila, el rey de los hunos que
conquistó y arrasó Asia y se propuso vencer al imperio romano que dominaba
Europa. Llegó a pocas millas de Roma, pero las leyendas aseguran que Atila consideró que no era el momento
para apropiarse de Europa, que dio media vuelta hacia Asia, y que por el camino
dejó escondidos suficientes tesoros (cada uno en una tumba) como par que le financiaran esa conquista
posterior. Murió antes de conseguirlo, y el rumor de sus tesoros escondidos ha
motivado a cientos de buscadores a lo largo de siglos.
Con esos mimbres, Cussler tejió una novela, publicada en 2014 por Random, en la que los protagonistas, el matrimonio
Fargo, estaban “creados” a medida para estas aventuras: cultos, investigadores,
cazatesoros, buceadores, escaladores, conocedores de claves morse, con el gran
nivel económico que les permitía adquirir cualquier equipo necesario para
alcanzar el tesoro…. Y en un gesto de nobleza de mecenas, ceder todo lo
descubierto al museo del lugar.
Claves escondidas, excavaciones a medianoche,
frases en latín, y viajes por toda Europa, un gran equipo de respaldo en las
oficinas centrales en Norteamérica y un buen gran final.
Es una novela de aventuras como debe ser: intrigas, misterios,
riesgos, datos culturales para añadir más salsa, heriditas a los protagonistas
y muerte a los malos. Los personajes secundarios también tienen entidad propia
y añaden el contrapeso a los hechos de los Fargo.
Una lectura que mantiene el interés, la
sonrisa en la cara y las ganas de saber en qué se meterán los Fargo la próxima
vez…
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