lunes, 21 de julio de 2008

Cerebro y llanto contra el terrorismo

Las noticias sobre hechos terroristas salpican de sangre el dia a dia de todos. Los que realizan esos actos se amparan en unas palabras grandilocuentes y sagradas en todo colectivo humano: independencia, derecho a vivir la propia vida con los propios códigos, supervivencia cultural. Una especie de “vete, que no te quiero” dedicado a entidades estatales, ejércitos, y un confuso batiburrillo en el que cabe todo lo que no gusta.

Por supuesto, todos sabemos que la sangre no se limpia con sangre, por mucho que sea una frase impactante. Pero si dejamos de escuchar los gritos y los llantos y miramos más allá del color rojo, probablemente encontraremos algunas claves. Los movimientos terroristas se amparan en esas palabras, y usan bombas, armas, municiones… nada de todo eso se compra a plazos. Ahí hay dinero. Y ya que el dinero clandestino va con dinero clandestino, también hablamos de drogas, mercenarios… Por tanto estamos ante un negocio que mueve muchos billetes y que si acabara dejaría a mucha gente en paro. Hace mucho que para muchos, toda esta situación no es más que una empresa, una forma de vida. Como las guerrillas sudamericanas enquistadas en discursos irreales, pero viviendo de secuestros, rescates, narcotráfico y demás florituras.

Hace tiempo se propuso a los terroristas del norte de España que abandonaran las armas y se reintegraran a la vida civil con garantías y en un proceso delicado pero factible. Factible en la teoría, porque en el mundo real cruje. Un hombre que se ha pasado muchos años en clandestinidad, moviendo mucho dinero, teniendo un grado de poder en la organización y una sensación de prepotencia sobre los vecinos en función del terror que les inspira… Que lo deje todo y se dedique a la carpinteria ocho horas al día por un sueldo que es la décima parte de lo que cobraba. Irá a casa de los vecinos a pulir una ventana que no cierra bien o a hacer un mueble de cajones para los juguetes del nieto… No es creíble. Es una situación atrapada. Y necesita una salida inteligente y creativa. Porque mientras no tengan una opción realmente válida no van a cambiar. Ni su status económico ni su etiqueta de víctimas de la península, ni su íntimo orgullo se pueden intercambiar por un trabajo corriente. Tampoco se puede eternizar esta situación, y meterlos sucesiva y llanamente en prisión alimenta un caldo de cultivo para que aparezcan nuevos aspirantes a héroe.

Ya que su motivo publicitado es la independencia de esa tierra, se podrían injertar (los que no tengan delitos de sangre, que para esos hay leyes específicas) en las instituciones públicas de la zona. El objetivo de alcanzar el poder político es gestionar la cuestión pública. Pues que gestionen la cosa pública desde las propias instituciones; que demuestren lo buenas que son sus ideas. Que vean el mundo desde ese lado y gestionen esas cosas con todos esos condicionantes. Entre su gente, en tratos con todos, vistos por todos. Sin amenazas, sin publicar las ideas a balazos. Habría que articular todos los detalles, habría que hacer una auténtica obra de orfebrería política, social y legislativa. Pero anularía la etiqueta de su terrorismo: quieren el poder, ya lo tienen. Quieren la independencia, que comprueben qué están diciendo desde el propio poder.

Tampoco podemos actuar sobre los que ya han sido capturados y están en prisión con la indignidad que ellos han demostrado. Esa es una de los condicionantes de un estado de derecho: su grandeza y una de sus losas está precisamente en que no puede ser indigno con los indignos. Hay un terrorista en prisión que está a punto de ser liberado, que jamás se ha arrepentido y que irá a vivir cerca de la familia de una de sus víctimas. Se oyen voces airadas y dolidas para que no salga nunca de prisión. Ese es el sentir, pero no puede ser el derecho. Se le juzgó, se le aplicó una pena y la ha cumplido. Si queremos que respeten la ley, nosotros mismos debemos ser escrupulosos con la ley. Debe salir, aunque nadie lo quiera de vecino.
 
Aunque lluevan lágrimas.

Texto: Marga Alconchel
 

2 comentarios:

Anónimo dijo...

este... dudo d que te lo publicaran ¡¡¡

un abrazo
TERESA

Anónimo dijo...

YA LO HE LOGRADO ¡¡¡¡
OTRO ABRAZO
SIGUE
TERESA