miércoles, 9 de julio de 2008

A 600 kilómetros de otro idioma

Gente que no suele salir de su pueblo mental despotrica sobre cómo hablan los que no son de su grey. Y asegura que está amenazado de muerte un idioma que hablan 400 millones de personas, que utilizan 100 millones de internautas y que tiene escritores de valor universal en sus filas desde hace siglos. Cuatrocientos millones de personas que hablan castellano y cientos de idiomas más, están seriamente amenazados por siete millones de personas bilingües que lo hablan y también se expresan en catalán. Porque todos los que vivimos en esta esquina de la península hablamos como mínimo dos idiomas. Lo que también implica que tenemos dos culturas, y ese es el déficit que más se les descubre a los que gritan desde su pueblo.

Y desde el púlpito insisten en que hay familias que no pueden educar a sus hijos como quieren. Sí que las hay, millones. Millones de familias pobres que quisieran tener acceso a una educación que no pueden pagar. Y algunas familias que quieren tener en la escuela pública enseñanza a la carta. Se insiste a gritos sobre el idioma castellano. A gritos porque están a 600 kilómetros de esta realidad, y creen que así se les oirá. Ninguno de los que están aquí comentan esas tonterías, porque aquí aprende y habla castellano hasta el que no quiere. Está en la calle, en la literatura, en los kioscos, en las terrazas, en los carteles, en todo. En todo. Y a nadie le molesta, porque también es nuestro idioma y nuestra cultura. A nadie le puede molestar realmente porque las oleadas inmigrantes que ha ido recibiendo Catalunya la han convertido, literalmente, en una sociedad multicultural sin aspavientos. Esos gritos aquí sólo son ruido de algunos que andan a 600 kilómetros de cualquier vida.

Sin embargo, cuando hablas con la gente de a pie de esos lugares, no solamente no sienten rechazo por los catalanes y el catalán, sino que sienten la curiosidad intelectual de averiguar cosas de esa cultura. Quieren saber cómo se dice esto o aquello, e incluso se sorprenden divertidos al enterarse de que algunos conceptos y algunas palabras de su castellano idioma, son absolutamente catalanes: peseta es una palabra catalana (peçeta) que significa “pieza pequeña” y se nombro así una moneda que era fracción del duro que reinaba entonces. Decisión del Ministro de Finanzas, catalán para más señas. Porque los idiomas son las herramientas vivas que tienen las personas vivas para comunicarse, y se influyen entre sí y se enriquecen.

Que no fabriquen problemas donde no existen, que no hagan ruido para llamar la atención. Quien quiera una educación monolinguística tendrá que irse a una zona monolinguística o pagar una educación privada, a la que tienen derecho y para la que tienen opciones. Los demás vivimos en sociedades abiertas con varios idiomas, varias costumbres, varias culturas… sociedades dinámicas, que naturalmente también tienen sus incidencias, sus injusticias y sus mecanismos de corrección. Todo lo que nos amplía nos hace crecer.

Todo lo que nos incomunica es lo que nos está matando.

Texto: Marga Alconchel
Fotos: Marga Alconchel y publicidad

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