domingo, 19 de julio de 2009

Los dioses nos miran

Los fundamentalistas islámicos iraníes atacan a la población que pide libertad. Los fundamentalistas católicos irlandeses atacan a la población que pide libertad. Los de este país meten en el mismo saco a homosexuales y asesinos. Parece que religión y libertad no caben juntas en ningún país.

Los poderosos de las religiones apelan a sus libros sagrados y a su interpretación de la voluntad de su dios comos si sólo ellos tuvieran el número de teléfono de los cielos. Y apelan a situaciones con muchos siglos de historia para pedir que todo vuelva a ser lo de antes. Como en los tiempos feudales, pero ellos con coche y chófer. Como en los tiempos antiguos, pero ellos con móvil, ordenador y aire acondicionado. Como en los tiempos medievales, pero con ametralladoras. Como en otros tiempos, pero sólo para el pueblo.

El sentido de trascendencia es humano, forma parte de ese algo especial que nos separó de los demás animalitos hace millones de años. Nos ha aportado ética y una sensibilidad especial hacia todo lo sublime. Cada cultura lo ha manifestado a su manera, le ha puesto un nombre divino y una liturgia. Y con el correr de los siglos todo eso ha llegado a parecerse más a una empresa etérea que a una fe. Por definición, una creencia no tendría que estar reñida con la libertad porque nace precisamente de ella, de estar libres de los condicionantes puramente primarios de los demás seres vivos.

Pero una cosa es la religión (todas las religiones) y otra los poderes religiosos. Esas ricas empresas etéreas se basan en la sumisión de su gente, sin la que no tendrían ingresos ni razón de ser. No quieren libertad para nadie, porque es enemiga de su poder. Y sus creyentes, sufriendo entre la vida y la fe, acaban llegando a la violencia.

No se trata de anular de un plumazo las religiones y meter a todos sus representantes a picapedreros, se trata de circunscribir el espacio de cada uno. Todas las religiones tienen una vertiente de consuelo y de consejo para las personas desorientadas o angustiadas. Y una vertiente de solidaridad para con las necesidades acuciantes de los más desesperados. Son un sólido pilar que ha ayudado a mucha gente. Sin embargo, al ver la obsesión de poder que tienen algunos prelados, algunos imanes o algunos rabinos da la impresión de que las religiones tienen dos caras, y los creyentes sufren entre contradicciones tan sangrantes.

Se olvidan que la historia siempre va hacia delante, que todo evoluciona, que no se puede ir contra la gente porque es ir contra la vida. Que dejar a la gente vivir es la mejor manera de transmitirles espirtualidad. Y que como dijo Iñaki Gabilondo, nada es nunca como siempre.

Texto: Marga Alconchel

1 comentario:

Anónimo dijo...

SI, ME HA GUSTADO, SI SI.
TERESA