viernes, 31 de julio de 2009

Debajo del negocio de matar

ETA acaba de asesinar a dos hombres poniendo una bomba lapa en su coche. Y ayer saltó por los aires toda una fachada gracias a los mismos. Declaraciones tremebundas de unos y silencio tremebundo de otros. ETA celebra su cumple como todo el mundo, de forma coherente con su estilo. La disquisición no es sobre quienes son o el giro sin clase que han tomado (mercenarios, drogas, jóvenes sin ideales), sino su entorno. No se trata de lamentar que sus presos estén lejos de sus familiares; los que ellos han matado están mucho más lejos. O de que en ese norte todo el mundo tiene un familiar dentro y a ver cómo denuncias a tu sobrino. Se trata de controlar a los que están de su parte. 


Se trata de mirar entre los nuestros quien es el que le indica a qué hora pasa esta furgoneta, o cual es el coche que levantará menos sospechas. Se trata de mirar entre los nuestros quien es el que les señala a un vecino y les dice: ése es una víctima fácil.

A partir de ahí podemos elucubrar que si es un negocio, que si la culpa la tiene el Estado de las Autonomías que les ha dado vuelos independentistas. A esas voces antediluvianas les preguntaría si ese “impulso” terrorista también lo han detectado en Extremadura. O en Castilla. O en Murcia. Porque también son autonomías.

Más bien tendrían que analizar que el impulso independentista violento nació hace cincuenta años y desde 1978 (la Constitución) ya no tiene razón de ser, ya es otra cosa. Así que lo que hay que atacar no es esa idea, tan defendible en buena lid como cualquier otra aspiración humana, sino que se use como excusa para mantener un negocio, un chantaje multimillonario en nombre del miedo a la muerte.

Y de pasada, los políticos que viven en esa tierra y tienen etarras cerca tampoco hacen gran cosa, porque si la atención no estuviera sobre ETA y se miraran otras cosas vascas, el sistema foral y la solidaridad estatal crujirían muy en serio.

Así que asesinos sí, culpables sí, aislados no. Y peor todavía: hasta dónde llega su sombra y a cambio de qué? El vecino que les da las rutas de paso y el camino de huida, porqué lo hace? O cuánto ha cobrado, sabiendo para qué será la información que ha dado? Y si el Estado y las redes de Internet nos tienen fichados hasta en la talla de zapatos, cómo es que no se ha estrangulado esa red de chivatos?

Hay un hálito de esperanza: Ellos tienen público, pero nosotros somos más. Ellos dan miedo, pero no se puede asustar a todo el mundo todo el tiempo. Su “sostenello i no enmendallo” se ahoga en sí mismo. Han cansado a todos los estamentos y han quemado las posibilidades de salida digna con todos los partidos (de todo el arco político) que se han sentado a hablar con ellos.

De momento, nosotros estamos perdiendo. Pero que nadie se distraiga: El éxito nace del fracaso.

Texto y fotos: Marga Alconchel

1 comentario:

Anónimo dijo...

Supongo que los "chivatos" son de su misma "calaña" (léase ideal, partido, etc.). Entre ellos e ayudan pero son unos cuantos los que dan la cara
Es de los que menos interés me ha suscitado. El tema de Éta siempre me da sueño.
TERESA