David Bowie reina donde quiera
que se ponga, aunque falleciera en 2016. El Museo del Diseño de Barcelona
exhibe la colección David Bowie is (producida
por Victoria and Albert Museum de Londres) que recorre su vida y que
transporta, a través de los necesarios auriculares de audioguía, a la música
que marcó cada momento no sólo de su trayectoria, sino de la vida de la
sociedad de su tiempo. La exposición, visitada por más de un millón y medio de
espectadores y que ha recorrido ya ocho ciudades, recoge más de 300 objetos (entre
ellos, 60 atuendos de sus conciertos) procedentes del “David Bowie Archive” del
actor y de los propios fondos del museo londinense.
Se
exhiben trajes diseñados por Freddie
Buretti, creaciones de Kansai
Yamamoto e incluso el abrigo confeccionado con la bandera Union Jack
diseñado por el propio Bowie y Alexander Macqueen. Les acompañan
fotografías, carátulas, fragmentos de películas en diferentes pantallas,
entrevistas, fragmentos de conciertos y multitud de objetos personales, desde
dibujos, storyboards, partituras, notas…
David
Robert Jones (David Bowie) fue un
niño superdotado para la música, la pintura y la danza. Como adulto fue músico, compositor,
actor, productor discográfico y arreglista. Marcó cinco décadas con su estilo,
sus innovaciones, la profundidad intelectual de su obra y el tono peculiar de
su voz.
Convencido
de que en un escenario debía haber un espectáculo, creaba escenografías, trajes
y efectos, además de su particular vestuario, cortes y colores de pelo y
maquillajes. Su nombre artístico (Bowie)
lo tomó de un modelo de cuchillo.
Destacó
en el glam rock, creó un personaje
como alter ego (Ziggy Stardust), retó
al mundo de la música rock de su época y ganó permanentemente a fuerza de
reinventarse y de crear innovaciones musicales permanentes y presentaciones
visuales impactantes.
La
exposición se pasea por toda su trayectoria vital y musical, y los auriculares
reproducen, en cada espacio, la música que le corresponde o el contenido de las
pantallas, todo en inglés. Es un paseo por sus trajes más icónicos, las
fotografías más personales de su biografía, los detalles de su juventud o los
primeros pasos de su trayectoria musical, que ya anunciaban su diferencia. Su
fascinación por el teatro japonés y el bailarín Lindsay Kemp, con el que mantuvo relaciones y estudió mimo.
Venía
de una familia desequilibrada y llegó a declarar: “Hay una tendencia esquizoide en la familia,
así que me atrevo a decir que estoy afectado por ésta. La mayoría de mis
familiares han estado en algún tipo de institución metal y mi hermano no quiere
salir. Le gusta mucho”. Dos de sus tías fueron declarados esquizofrénicas, una
tercera fue ingresada y su hermano Terry, con la misma enfermedad, acabó suicidándose
en 1985.
Ese
miedo a la esquizofrenia fue lo que le frenó para usar drogas psicodélicas,
las únicas que no probó. Fue adicto a la cocaína y a las orgías, llegó a pesar
43 kg., estuvo obsesionado con los Ovnis y declaró que le perseguían seres
extraños.
Apodado
El Duque Blanco Delgado, deliberadamente
ambiguo y bisexual, intelectual a su manera, sus letras y sus espectáculos
exponían su opinión sobre los temas de actualidad. Obsesionado con las
instituciones mentales, en una de sus obras preguntaba. “¿Dónde puede estar el horizonte/cuando una nación esconde/sus mentes
orgánicas en un sótano?”
Durante
una entrevista que le hacían vía satélite entre Los Ángeles e Inglaterra,
sucedió el fallecimiento del dictador Francisco Franco. El gobierno español
solicitó permiso para utilizar el satélite y transmitir la noticia, pero Bowie se negó a cederlo y continuó con
la entrevista.
Una
de las facetas intelectuales de Bowie
fue como creador de unos bonos financieros (celebrity
bonds), respaldados por la propiedad intelectual y emitidos por el titular.
Fue una forma de transformar los derechos de propiedad intelectual en bonos que
aseguran a los inversores participar en los futuros beneficios de los royalties
que vaya a cobrar. Con esa maniobra se garantizó el flujo de dinero necesario
para trabajar y para devolver principal más intereses.
La
primera emisión, los Bowie Bonds, fue
en 1997, vendiendo los derechos derivados de los 25 álbumes que había grabado
antes de 1990 a diez años al 7,9%. Los compró en su totalidad la aseguradora
Prudential y los mantuvo hasta el final. Bowie consiguió 55 millones de dólares.
27 de ellos los empleó en recomprar sus propias canciones a Tony DeFries, su antiguo agente. Bowie
se dio cuenta, en la década de 1970, que no era dueño de su propio trabajo: su
agente poseía hasta un 50% a perpetuidad. Después del colapso mental de ese
dato, decidió recuperar ese trabajo.
Como en todas las facetas de su vida, el público
se dividió entre los que lo encontraron innovador y dueño de su destino y los
que lo etiquetaron como vendido a Wall Street. Sus actividades musicales y
financieras consiguieron que en el momento de su fallecimiento (enero de 2016)
tuviera una fortuna de 194 millones de dólares, y que a lo largo de toda su
carrera hubiera vendido 150 millones de álbumes.
Falleció
el 10 de enero de 2016, dos días después de su cumpleaños, de un cáncer de
hígado.
Dylan Jones, exdirector de la
revista GQ, dijo: “David Bowie era su
propia creación, su propia obra de arte. Era un chico de Brixton, del sur de
Londres, de la posguerra con la mirada puesta en el mundo. Toda su carrera
profesional era un mito, una leyenda e invención”.
En
los años 90 declaró en una entrevista: “Siempre
tuve la necesidad impulsiva de ser algo más que un humano y pensé: al diablo,
quiero ser un superhumano”. En 1997 dijo: “Creo que un artista ha de ser siempre fiel a los dictados de su corazón”.
La
exposición permanecerá en el Museu del Disseny de Barcelona (el único de España
que la acogerá) hasta el próximo 25 de septiembre de 2017.