martes, 8 de agosto de 2017

La Torre de les Aigües del Besós: del éxito a la quiebra

Barcelona siempre ha sido una ciudad con sed. Está flanqueada por dos pequeños ríos con buena voluntad, pero poco caudal: el Besós y el Llobregat. Durante el siglo XIX la ciudad sólo disponía de 20 litros por habitante y día, cuando ahora se recomiendan 200.

Pere Falqués i Urpí
Y en esas antiguas condiciones, un inversor visionario, Francisco Javier Camps Puigmartí averiguó que el río Besós mantenía una gran capa freática a muy poca profundidad. Conversó con un arquitecto atrevido, Pere Falqués i Urpí, y solicitó la colaboración del farmacéutico José Canudas Salada, que analizó una muestra de agua y dijo que tenía suficiente calidad para ser agua de boca.
Y surgió el negocio: El inversor compró unos terrenos baldíos a bajo precio en Sant Martí de Provençals, a un kilómetro del mar y cuatro de Barcelona, en lo que ahora es el barrio del Poblenou. Invirtió su fortuna y la de su familia y nació la empresa Compañía General Anónima de Aguas de Barcelona, Ladera Derecha del Besós.
La elección del lugar no fue arbitraria. No sólo pesó el bajo precio de los terrenos, sino el hecho de que estaban a mayor altura que el núcleo de Barcelona. Se podrían construir tuberías que por simple efecto de gravedad y vasos comunicantes, llegarían a suministrar agua a todos los vecinos hasta un cuarto piso de altura. Gran idea, grandes planos, grandes proyectos, acciones a la venta, gran empresa y gran capital. Eso comportaba gran negocio y los inevitables movimientos oscuros a favor y en contra.

Después de la construcción de la torre vino la canalización por la ciudad, cada vez más extendida, las propuestas del Ayuntamiento de la ciudad para comprar más caudal a la empresa de las Aguas de Barcelona. Y por el otro lado, una industria que quería quedarse con esa fuente de agua para su maquinaria, pero a bajo precio.
Inició una propaganda interesada de que la capa freática tenía filtraciones de agua marina y era insalubre. Consiguió que fallara la confianza pública, bajaron las ventas, faltaron los créditos… y quiebra. Tras ese comportamiento, los propietarios de la Torre decidieron que jamás venderían a ese industrial. Y de hecho, pasó a manos inglesas.

Es una historia apasionante en la que se encuentran desde boicot empresarial a orgullos desmedidos, participaciones empresariales arriesgadas, apuestas por el futuro, ruina y hasta un suicidio bajo sospecha.   

Han pasado muchos años y mucha historia. Hoy la torre, con su porte esbelto y su depósito vacío, no aporta agua a los ciudadanos de Barcelona. Pero su figura, modernista e industrial, marca el perfil del barrio de Poblenou.

Como tantas instituciones, vive y se debe a la labor incansable de voluntarios, que con una dedicación incombustible han recuperado archivos, han conseguido ayudas, han recabado fotografías de los vecinos, y paso a paso, han reconstruido la historia en sus detalles y han creado un punto de interés que mantiene vivo un capítulo de la ciudad condal.

La visita guiada recorre el interior de la torre y va anunciando el número de escalones (más de 300) que se van subiendo hasta llegar al mirador del terrado, con unas vistas impagables sobre los tejados, las calles y la orilla de la playa. Con profesionalidad y buen humor la guía va narrando la historia en los detalles: el contador, con apariencia de reloj, que indicaba el nivel de agua del depósito, las piezas oxidadas, los tramos de escalones en el interior de las conducciones de agua.
Con una exposición cuidada y detallista se muestran los descansillos en la escalera de caracol donde se guardaban herramientas, las ventanas redondas, el depósito que retenía los miles de litros antes de ser distribuidos, los carteles con indicaciones laborales, los tejadillos de uralita de cuando la torre, ya sin agua, era usada como depósito caótico de trastos de la industria Macosa, que solía enviar a sus aprendices a buscar algo como inocentada.

Una torre que ha sido símbolo en el barrio, que ha servido de inspiración para obras de arte, que fue un gran proyecto y que hoy es un gran atractivo turístico que se eleva en el centro de una plaza ajardinada, ofreciendo su historia y su altura a todo el vecindario del Poblenou, ese barrio que nació con voluntad industrial.

Foto de 1888
La apasionante historia de la torre, del suministro de agua a los domicilios y de los recortes de prensa fueron recogidos en un extenso folleto que acompañaba a la Revista Icària, y que hoy se vende en la pequeña librería de la entrada de la torre para todos los curiosos que quieran saber los nombres y detalles de todos los protagonistas, gracias a los que se consiguió el pequeño milagro urbano de disponer de agua en casa sin tener que salir a cargar cubos y bidones a la fuente de la calle. 


Información de las visitas guiadas: https://www.torredelesaigues.cat/visites-guiades/


5 comentarios:

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