lunes, 7 de diciembre de 2009

Sólo era un chichón

Un hombre lleva a una niña a urgencias; se ha caído de un columpio y llora mucho. El médico le dice que sólo tiene el susto y un chichón. A los tres días el hombre vuelve al hospital porque la niña sigue llorando, otro médico diagnostica malos tratos, la niña acaba muriendo y el hombre es acusado de violador y asesino. Y era inocente.

Es un caso que hemos oído en los medios y que levantó feroces pasiones en contra del hombre. Todos lo hemos visto salir esposado del furgón policial y todos hemos oído los insultos. Y ahora todos tenemos mal gusto de boca por habernos precipitado. Y él pide, abotagado por ansiolíticos, que le pidan perdón y que le dejen en paz. Y que dejen de sacar su imagen esposado. Los medios ya lo han hecho y al menos Iñaki Gabilondo y Pedro Piqueras le pidieron perdón en sus noticiarios de máxima audiencia.

Los medios fueron culpables de linchamiento? Lo fue la gente? Todos repitieron lo que dijeron los médicos. Los médicos son culpables? No es tan simple. Un médico de urgencias recibe a un hombre con una niña de tres años en brazos que llora, como recibe a docenas cada día. Y bajo su criterio la envía a casa con una caricia en la cabeza y un "no pasa nada". Otro médico recibe a la misma niña, ve los moratones del columpio, deduce malos tratos y avisa a la policía, como es su deber. Son culpables? No. No creo que ningún médico, sea de urgencias o no, deje de atender deliberadamente a una niña que está grave. No creo que ningún médico, ante un cuerpecito lleno de moratones, active el protocolo de violencia por frivolidad. Pudieron ser despistes, pudieron ser malas evaluaciones de los síntomas, pudieron ser miles de incidencias en algunas horas de un servicio de guardia. Que ambos tienen una responsabilidad, sí. Que sean culpables de esa muerte creo que es desmesurado.Los médicos salvan miles de vidas cada día, algo que se olvida cuando se equivocan con una. No se les puede pedir que sean infalibles.


Sí que es entendible que ese hombre, al que han marcado de por vida, quiera que alguien sea el responsable de todo, alguien al que poder meter en la cárcel para que con él se encierre la desgracia que lleva encima y que todos le pidan perdón. Es muy humano su sentimiento y desde aquí le pido disculpas porque yo también creí que era culpable. Todos nos acogimos al criterio médico y a la cadena de hechos que se fueron sucediendo. Hasta que otro médico, forense, dijo que no hubo malos tratos, sólo conmoción cerebral por la caída del columpio y al no ser atendida se agravó hasta el final.

Y eso ha puesto en cuestion que si los medios se precipitan, que si la opinión pública es manipulable y manipuladora. Todo cierto y todo matizable. La infancia es (o habría de ser) un territorio a salvo de salvajadas.Y si parece haber un culpable, todos nos echamos contra él. Cuando resulta que no lo es, nos retiramos desconcertados, aunque el mal ya está hecho. Es un enorme daño, y ese hombre necesita y se merece toda la ayuda que sea precisa. Pero un hecho tan doloroso no ha de desdibujar los logros conseguidos.

Es bueno que la gente tenga acceso inmediato a las cuestiones que le afectan directamente. Es bueno que los medios den la información de que disponen cuando tiene el mínimo aval imprescindible (en este caso, el informe médico y la actuación policial). Y es correctísimo que siempre se hable de "presunto" porque no es culpable hasta que lo diga un juez. Y es inevitable que haya errores. Y es un sano ejercicio pedir disculpas con el mismo énfasis con que se culpabilizó.

En este caso, es más de admirar todavía que el hombre, con lengua de trapo por la medicación, haya comentado que aunque se hayan ensañado con él, lo suyo pasará, pero la niña ya no va a volver. Y eso es lo que a él más le duele, que se podría haber salvado. Estoy segura de que el hospital tiene una investigación en marcha y que dos médicos no duermen desde hace días. Y que ese hombre ahora empieza a descansar algo, aunque le falta una niña cerca.

Pese a lo traumático de todo, creo que ha sido una cadena de hechos que sólo tiene víctimas. Y desde estas líneas doy apoyo a la clase médica en conjunto, a la información veraz y por supuesto, toda la solidaridad a Diego, el hombre mal acusado. Hemos de seguir viviendo cada día, porque la vida es quien más duramente ajusticia.

Texto y fotos: Marga Alconchel

miércoles, 25 de noviembre de 2009

Y si existiese algún dios?

Un hombre me comentaba entre sollozos que ha muerto su primer nieto a las veinte horas de haber nacido y que él no consigue digerirlo ni entenderlo. Era una enfermedad gravísima y no fue posible salvarlo. Que su hija y su yerno, creyentes, quisieron que fuera bautizado y con eso se confortaron y han decidido que una vez que pase este impacto, van a buscar otro hijo.

El hombre está deshecho. No entiende que un dios pueda consentir que un bebé haya muerto y tanto culpable ande por la calle sin más castigo. Este hecho se le suma a sus propias heridas y se le ha quebrado el eje. Literalmente es un alma en pena que no encuentra ni norte ni sentido a los días. 
Dicen que la vida es eso que va pasando mientras hacemos otros planes. Este hombre ha tenido una vida intensa y complicada, ha viajado, ha leído, ha bebido y ha disfrutado. También se quedó sin padres muy joven, tuvo que hacerse cargo de dos hermanos menores, montó un negocio y un colega de profesión se lo fue torpedeando hasta que tuvo que cerrar. Todo, alegrías y penas, viven en su alma, pero no le caben.

Este hombre, que en su infancia era creyente y después descreído, anda ahora desnortado, hurgando entre libros de new-age, de filosofías de nombres asiáticos y terapias de todas las vertientes. Pero nada le consuela, nada le alivia, nada le quita el plomo que siente en las alas cada vez que tiene la idea de volar y le falla el ánimo.

Y se pregunta si existe algún dios, y qué dios existe, y cómo es capaz de consentir todo lo que está pasando en todo el mundo, y cómo es capaz de no morirse de vergüenza de ver su propia obra, y cómo puede él hablarle directamente para que lo mire a los ojos y le diga porqué murió un bebé que llevaba veinte horas en el mundo.

Y a una pregunta tan simple y tan difícil, sólo se le pueden presentar argumentos cerebrales y espirituales, pero no le sirven al dolor del alma. Y argumenta que se hará una religión a medida con un pedazo de ésta y otro de aquella, porque necesita creer y no encuentra en qué.

Probablemente, si pudiese mirar su propia vida desde la cima de una montaña, si todo lo hecho y lo recibido y todo lo que contiene su memoria se le presentase como piezas de un paisaje, podría hacer una especie de inventario. Y darse cuenta de que nadie es totalmente malo ni totalmente bueno, que muchas cosa suceden por causas que están más allá de nuestro punto de vista, y no me refiero a un dios inasequible. Me refiero a puras cuestiones biológicas, o ecológicas, o planearias. Que los problemas no suelen tener una causa sola, ni las penas una sola raíz. No se trata de conformarse con lo que ha caido en nuestro tejado, sino entender que no estamos al margen de lo que cae en los tejados.

Probablemente, si desde esa cima pudiera ver a los que siente como enemigos irrespirables, notaría que también tienen sus miserias, que más que diabólicos, son patéticos. Ante unas agresiones sin descanso, una persona respondió "Que desgraciado tienes que sentirte para ser tan ruin". Quizás si ese hombre desde esa cima pudiese ver toda su vida, hacer inventario y entender cada una de sus partes, podría firmar las paces con sus propios contenidos.

Todos buscamos ser felices. Pero la felicidad se nos escapa porque la buscamos donde no está. La felicidad nació con nosotros, desde fuera sólo nos llegan satisfacciones. Un bebé es feliz, y sin embargo, no tiene ninguna causa externa para serlo: depende de que le den de comer, de que le abriguen y lo protejan; abandonado no dura ni 24 horas. Pero ríe, porque nació feliz. Luego crece y la vida le va poniendo amarguras como telarañas sobre esa luz interior, hasta que la opacan y ya no la ve y la busca fuera, donde encuentra satisfacción en las amistades o en los logros conseguidos, pero no esa luz que conoce, porque esa está dentro de él, oculta bajo telarañas.

Y ese es el segundo trabajo, una vez que baje de su cima: disfrutar de cada un de las partes que ha conocido, entender lo de mágico y lo de penoso que tiene cada una, y captar la religiosidad de cada instante, sin que haya un dios al que regalarle el mérito. Analizar desde la divinidad que hay en cada uno de nosotros, con nobleza, con justicia y sin revanchismos que nublen la vista. Y lo que sea intolerable, procurar expulsarlo de la propia vida.

Césare Pavese escribió su mejor verso el ultimo día de su vida: "Perdono a todos y a todos pido perdón".

Texto: Marga Alconchel

miércoles, 14 de octubre de 2009

Sentido de Estado

Hay políticos y gente que está en la política. Políticos que tienen Sentido de Estado y gentes que se apuntaron al carro de lo público “para forrarse”. Políticos que llegaron a lo público como cumbre de una carrera de fondo, llena de trabajo, estudio y compromiso. Y personajillos que llegaron a lo público de cualquier manera, desde los amiguismos a los asaltos militares, según el país. Desde los trajes de marca a las marcas verde oliva de algunos trajes.

Son gentes que están, pero no son. Usan grandes sillones, tienen micrófonos atentos, se desgarran ofendidísimos por cualquier opinión que no sea la suya…Pero siguen sin ser políticos. No entienden lo que significa Cosa Pública, no entienden lo que significa Interés General, Situación Multicultural, Compromisos Internacionales. Lo suyo siempre es personalísimo, o como mucho, está partido. 

Tener Sentido de Estado se define más por lo que no es: No tienen Sentido de Estado los presidentes americanos que fuerzan elecciones para perpetuarse en el poder, salvapatrias de guiñol. No tiene Sentido de Estado el que bloquea todo cambio en su isla, convirtiéndola en patrimonio hereditario en la figura de su hermano. No tienen Sentido de Estado los políticos europeos (incluidísimos los españoles) que confunden las instituciones del estado con el partido en el poder, y se dedican a ensuciarlas aprovechando cualquier atril, sea dentro de las fronteras o fuera. No tienen Sentido de Estado los reyezuelos africanos que cobran ayudas millonarias para salvar la miseria de su tierra y después envían a sus tres esposas favoritas a buscar objetos de lujo por el mundo para decorar su nueva mansión. No tienen Sentido de Estado los que insultan todo lo que se mueva si no es de los suyos.

No tienen Sentido de Estado los que quieren aplicar una apisonadora sobre las culturas que no conocen o sobre las aspiraciones de la gente que no piensa como ellos, usando el argumento de que como fueron anulados como nación hace siglos, hace siglos que no tienen derecho a nada. No tienen Sentido de Estado los que exigen la cabeza de los corruptos ajenos y aplican la tolerancia y el beneficio de la duda sobre los propios. No tienen Sentido de Estado los que menosprecian la formación de un gobierno ajeno porque tiene demasiadas mujeres (“gobierno rosa” lo llamó el italiano), los que se apropian de los medios de comunicación para que sólo se comunique lo conveniente (el italiano, el venezolano), los que conocen información peligrosa y la callan hasta el momento que más les convenga. No tienen Sentido de Estado los que insultan a la Judicatura (un Poder del Estado, no lo olvidemos) cuando no les da la razón y que trufan la vida pública de denuncias sólo por protagonismo, convirtiendo el trabajo de gestionar un país en una carrera de obstáculos innecesarios.

No se ve, entre los nombres más conocidos del politiqueo interno y externo, ni una sola persona con Sentido de Estado. Ni en esta península-puente entre dos continentes y dos aguas, ni en los países que la rodean ni en los que están más lejos. No significa que no haya, sino que no se les oye ni se les ve. Y las gentes de a pie estamos deseando que se manifiesten. Estamos deseando que las personas que ocupan los grandes cargos tengan también grandes contenidos, grandes palabras y grandes hechos. Barack Obama es una hermosa esperanza, pero de momento sólo es eso.

Sabemos que todos somos humanos, que cualquiera puede cometer un desliz y que cualquiera puede verlo. Y que la grandeza de esas personas con Sentido de Estado está también en asumir sus errores y sus debilidades. Entonar el mea culpa los engrandece, igual que hacer limpieza en las propias filas cuando corresponde. La frasecita de “no admito ni media lección de honestidad” es una estupidez contraproducente; la historia ha demostrado sobradamente que todos tienen que recibir muchas lecciones.

A los votantes de a pie, sean del color y partido que sea, se les ruborizan hasta las rodillas cuando se enteran de sobornos y trapicheos. Y cuando descubren que aquellos que se llevaron carretadas de votos han sido pillados y han puesto vergonzosamente de cabeza de turco al último monín y después quieren cerrar el asunto sin más. Cuidado: las heridas cerradas en falso revientan en pus.

Texto y fotos: Marga Alconchel



viernes, 14 de agosto de 2009

La banalidad telediaria

Pantalón de Obama fuera de moda. Lifting de Berlusconi. Culo de la Bruni contra culo de la Leti. Eso son las noticias que se exhiben en los noticiarios de máxima audiencia y en las portadas de los diarios de máxima tirada. Realmente eso es lo más destacado que ha pasado en el mundo en 24 h.?

Comentarios: Que éste está gordo, que aquel lleva peluquín, que el muerto negro que parecía blanco tiene hijos blancos del semen de sus amigos. ¿Eso es todo lo que se les ocurre con lo que está cayendo? No se trata de ponerse moralistas ni de convertir cada diario en un berrinche o un lacrimal sin cura. Pero seguro que han pasado otras cosas por ahí mucho más interesantes. Porque realmente, a alguien le importa de verdad si un político lleva peluquín o quién se acuesta con quién? Y si realmente tienen tanta gente preocupada por esas cuestiones, que las traspasen a esos programas de sobremesa de tanta audiencia. 

Llevamos una temporada larga con los accidentes de tráfico en prime-time. ¿Dónde está la novedad de que un coche se salga de carril y se empotre en la bionda de una curva? Vale que se quiera ayudar a disminuir la siniestralidad, pero tanto tema repetido parece más un anuncio de compañía de seguros que un noticiario. Y ni aumenta ni disminuye la cantidad de accidentes, porque acaba resultando indiferente.

Un chico ha muerto de un navajazo en un barrio marginal de una ciudad. ¿Eso es noticia? ¡Mueren a docenas cada día! Se busca la imagen chillona, la proximidad, el comentario simplón del vecino más indignado o más dolido. Y mientras nos dan una hora de menudencias trufadas de publicidad (con alguna guinda válida para compensar), el mundo va haciendo de las suyas y nosotros nos enteramos cuando les da la gana.

El noticiario de la noche es el mismo del mediodía, con alguna cosita para distinguirlos. Y es casi el mismo del día siguiente de madrugada, comprimido en menos minutos. Y al final nos dan un mundo muy pequeño, donde pasan sólo las cosas muy evidentes y donde casi todas las preguntas quedan sin respuesta.

¿Dónde están los grandes analistas de la bolsa, que además transmitan la información económica, de la que dependemos todos, de una forma entendible y amena? ¿Dónde están los grandes analistas de política que sepan interpretar entre tanto griterío de parvulario cutre, por dónde van los tiros? Cuando sacan el navajazo del barrio, dónde está la mínima investigación para exponer la situación en la zona? Resumiendo: dónde están los periodistas?

Al final, entre noticias simples, temas que no se tocan y repeticiones vagas, acabamos con desidia mental. Y caemos en lo que dijo Machado: “Esa segunda inocencia que da en no creer en nada”.

Texto: Marga Alconchel

sábado, 8 de agosto de 2009

Algo suyo se nos quema, señor.

Lamentablemente, yo no tengo un bosque. Así que cuando arden miles de hectáreas, cuando mueren abrasados 11 hombres intentando apagarlos y cuando me dicen que tardarán noventa años en volver a estar como estaba, siento que se ha perdido algo mío que no es mío. Porque los bosques son de todos, pero en su mayoría tienen dueño con nombre y apellidos, no son públicos.

En algún sitio el propietario de un bosque comentaba que es carísimo cuidarlo y que no les dejan sacar beneficio razonable de ese cuidado. Y que encima es imposible vallarlo, y los domingueros lo llenan de basura que lo enferma y ayuda a propagar incendios. Que cuando todo está bien, es gracias a todos. Y cuando está mal, es culpa del propietario. Y que al final acaban tirando la toalla. 

Imagino que tener una propiedad de tropecientas hectáreas de bosque de pinos y matorral significa tener mucha madera que no puedes tocar. Y mucho suelo que no puedes sembrar ni edificar. Y mucho “monte de caza” que no puedes alquilar alegremente. Mucho dinero al que no tienes acceso, pero por el que pagas impuestos. También imagino que Ayuntamientos y propietarios tienen muy claro que es importante que esos bosques estén vivos y en perfecto estado. Como patrimonio verde, por salud planetaria y por atracción turística, que todo cuenta. Los ayuntamientos dicen que no tienen personal para limpiar los bosques, pero también es cierto que no es una actividad espectacular que levante votos.
La Ley de montes dice cómo hay que cuidarlos. También está escrito que sólo se cumple en un 13%. Hay quien habla de que arden por el rayo, otros por abandono, otros dicen que por pirómanos enloquecidos, otros hablan de venganzas vecinales, de herencias mal definidas y terrenos peor marcados. Como en las pelis, preguntamos otra vez: ¿A quién beneficia todo esto?

En el pueblo de Salt (Girona) han cogido infraganti a un pirómano que encendió 7 fuegos al lado de la carretera. No era tontería juvenil, tiene 72 años y antecedentes. A veces detrás de esos comportamientos hay odios enconados durante toda una vida. ¿Y qué culpa tienen los árboles?


¿Y los que son puro accidente, cómo los evitamos? El invierno pasado se avisó que había llovido mucho, que la primavera sería fértil y por tanto el verano, con alto riesgo de fuego. ¿Con seis meses de antelación ya se sabía y ha tenido que arder medio país? Se habla de concienciar a las generaciones que suben. La mayoría ya están concienciadas, se toman muy en serio la vida verde. Pero una cosa es la conciencia y otra el curro. Alguien no está haciendo los deberes.

Si los habitantes de los pueblos, los que están justo al ladito, se quejan de abandono y las instituciones forestales de que no dan abasto, algo hay que cambiar. Quizás trabajos de reinserción social, quizás condenas severas y rápidas a los culpables, quizás trabajos forestales que den créditos lectivos a los estudiantes, quizás brigadas de soldados que hagan algunas semanas de ejercicio bajo las copas… Se aceptan ideas: Se nos quema el país.

Texto y fotos: Marga Alconchel

martes, 4 de agosto de 2009

Delincuentes a los 13

Siete chicos han violado por turnos a una chica de 13 años. Y a los pocos días, otra chica, otros chicos, mismo hecho. No es una cuestión de sexo: es violencia contra alguien vulnerable. No se les puede meter en la cárcel, tampoco deberían estar en la calle. Algo muy serio falla cuando les importa más pertenecer a un grupo que el daño que causan.

Unas voces piden bajar la edad penal: mal anda una sociedad que para atajar la violencia mete en la cárcel a niños de menos de 14 años. Los que lo defienden dicen que si ya tienen edad de hacer daño, tienen edad para pagarlo. Eso entraría en el convencimiento de que hay gente (niños) que nacen intrínsecamente malos y por tanto sólo se les puede encarcelar. Dicen que las leyes son demasiado permisivas. La historia de la Humanidad ha demostrado sobradamente que se gana más educando que pegando. 

En este problema hay dos lados que atender, la víctima y los atacantes. Mirando a los atacantes, hay dos cuestiones que decidir: que se hace ahora con éstos, y cómo evitar que más adelante lo hagan otros. Y de dónde salen éstos para evitar que salgan otros.

Y ahí nos encontramos con niños asilvestrados que han crecido sin guía familiar, ambientes donde los pequeños delitos son lo habitual, climas sociales donde el concepto de bien/mal es muy, muy flexible. Críos llenos de dudas que las solucionan con lo que ven a su alrededor: gana el que pega primero. Es evidente que solucionar eso es mucho más complejo que educar a los chicos para que no ataquen, pero ese es un principio.

En esos ambientes marginales también hay una inmensa bolsa de inmigración que traen sus propias leyes y sus propias culturas, no siempre respetuosas. Y todos se influyen entre sí. Una maestra de escuela me comentaba que tenía un alumno islámico que cuando cumplió 7 años empezó a no hacerle caso porque en casa le habían dicho que las mujeres son inferiores y él ya era un hombre. Y por supuesto, los demás críos de la clase querían seguir su ejemplo. Esas son las causas que hay que atajar para que no vuelva a suceder.

Por supuesto, también están los que no han conocido problemas económicos y sencillamente creen que son superiores y eso les concede impunidad. Y si sobrevienen problemas, papápaga. Tampoco han de ir a la cárcel, pero también tienen mucho que aprender.

Y con lo que ya ha pasado, qué hacemos? Dejar en la calle a un chico que sabe que ha hecho mal y ha comprobado que puede burlar a la justicia con las propias armas de la justicia es un ejemplo muy peligroso. Esos niños concretos necesitan un severo trabajo sicológico, en una institución cerrada o no, según determinen los que de eso saben. Pero no pueden quedarse impunes. Tienen que aprender ahora lo que no aprendieron en su momento. Y saber que hacer daño nunca es la salida para nada.

En una ocasión, un chico que conducía a lo loco y ponía en riesgo a los demás, fue condenado a realizar trabajos sociales en una clínica de rehabilitación de tetrapléjicos, muchos de ellos por accidentes de tráfico. Quedó concienciado de por vida, sin un sólo bofetón.

Quizás por ahí haya un poco de esperanza para este caso, porque con 13 años no se puede decir que son irrecuperables. Martín Luther King dijo: “Si supiera que el mundo se acaba mañana, hoy todavía plantaría un árbol”.

Texto y fotos: Marga Alconchel

viernes, 31 de julio de 2009

Debajo del negocio de matar

ETA acaba de asesinar a dos hombres poniendo una bomba lapa en su coche. Y ayer saltó por los aires toda una fachada gracias a los mismos. Declaraciones tremebundas de unos y silencio tremebundo de otros. ETA celebra su cumple como todo el mundo, de forma coherente con su estilo. La disquisición no es sobre quienes son o el giro sin clase que han tomado (mercenarios, drogas, jóvenes sin ideales), sino su entorno. No se trata de lamentar que sus presos estén lejos de sus familiares; los que ellos han matado están mucho más lejos. O de que en ese norte todo el mundo tiene un familiar dentro y a ver cómo denuncias a tu sobrino. Se trata de controlar a los que están de su parte. 


Se trata de mirar entre los nuestros quien es el que le indica a qué hora pasa esta furgoneta, o cual es el coche que levantará menos sospechas. Se trata de mirar entre los nuestros quien es el que les señala a un vecino y les dice: ése es una víctima fácil.

A partir de ahí podemos elucubrar que si es un negocio, que si la culpa la tiene el Estado de las Autonomías que les ha dado vuelos independentistas. A esas voces antediluvianas les preguntaría si ese “impulso” terrorista también lo han detectado en Extremadura. O en Castilla. O en Murcia. Porque también son autonomías.

Más bien tendrían que analizar que el impulso independentista violento nació hace cincuenta años y desde 1978 (la Constitución) ya no tiene razón de ser, ya es otra cosa. Así que lo que hay que atacar no es esa idea, tan defendible en buena lid como cualquier otra aspiración humana, sino que se use como excusa para mantener un negocio, un chantaje multimillonario en nombre del miedo a la muerte.

Y de pasada, los políticos que viven en esa tierra y tienen etarras cerca tampoco hacen gran cosa, porque si la atención no estuviera sobre ETA y se miraran otras cosas vascas, el sistema foral y la solidaridad estatal crujirían muy en serio.

Así que asesinos sí, culpables sí, aislados no. Y peor todavía: hasta dónde llega su sombra y a cambio de qué? El vecino que les da las rutas de paso y el camino de huida, porqué lo hace? O cuánto ha cobrado, sabiendo para qué será la información que ha dado? Y si el Estado y las redes de Internet nos tienen fichados hasta en la talla de zapatos, cómo es que no se ha estrangulado esa red de chivatos?

Hay un hálito de esperanza: Ellos tienen público, pero nosotros somos más. Ellos dan miedo, pero no se puede asustar a todo el mundo todo el tiempo. Su “sostenello i no enmendallo” se ahoga en sí mismo. Han cansado a todos los estamentos y han quemado las posibilidades de salida digna con todos los partidos (de todo el arco político) que se han sentado a hablar con ellos.

De momento, nosotros estamos perdiendo. Pero que nadie se distraiga: El éxito nace del fracaso.

Texto y fotos: Marga Alconchel

domingo, 19 de julio de 2009

Los dioses nos miran

Los fundamentalistas islámicos iraníes atacan a la población que pide libertad. Los fundamentalistas católicos irlandeses atacan a la población que pide libertad. Los de este país meten en el mismo saco a homosexuales y asesinos. Parece que religión y libertad no caben juntas en ningún país.

Los poderosos de las religiones apelan a sus libros sagrados y a su interpretación de la voluntad de su dios comos si sólo ellos tuvieran el número de teléfono de los cielos. Y apelan a situaciones con muchos siglos de historia para pedir que todo vuelva a ser lo de antes. Como en los tiempos feudales, pero ellos con coche y chófer. Como en los tiempos antiguos, pero ellos con móvil, ordenador y aire acondicionado. Como en los tiempos medievales, pero con ametralladoras. Como en otros tiempos, pero sólo para el pueblo.

El sentido de trascendencia es humano, forma parte de ese algo especial que nos separó de los demás animalitos hace millones de años. Nos ha aportado ética y una sensibilidad especial hacia todo lo sublime. Cada cultura lo ha manifestado a su manera, le ha puesto un nombre divino y una liturgia. Y con el correr de los siglos todo eso ha llegado a parecerse más a una empresa etérea que a una fe. Por definición, una creencia no tendría que estar reñida con la libertad porque nace precisamente de ella, de estar libres de los condicionantes puramente primarios de los demás seres vivos.

Pero una cosa es la religión (todas las religiones) y otra los poderes religiosos. Esas ricas empresas etéreas se basan en la sumisión de su gente, sin la que no tendrían ingresos ni razón de ser. No quieren libertad para nadie, porque es enemiga de su poder. Y sus creyentes, sufriendo entre la vida y la fe, acaban llegando a la violencia.

No se trata de anular de un plumazo las religiones y meter a todos sus representantes a picapedreros, se trata de circunscribir el espacio de cada uno. Todas las religiones tienen una vertiente de consuelo y de consejo para las personas desorientadas o angustiadas. Y una vertiente de solidaridad para con las necesidades acuciantes de los más desesperados. Son un sólido pilar que ha ayudado a mucha gente. Sin embargo, al ver la obsesión de poder que tienen algunos prelados, algunos imanes o algunos rabinos da la impresión de que las religiones tienen dos caras, y los creyentes sufren entre contradicciones tan sangrantes.

Se olvidan que la historia siempre va hacia delante, que todo evoluciona, que no se puede ir contra la gente porque es ir contra la vida. Que dejar a la gente vivir es la mejor manera de transmitirles espirtualidad. Y que como dijo Iñaki Gabilondo, nada es nunca como siempre.

Texto: Marga Alconchel

miércoles, 15 de julio de 2009

Fundaciones, ONG y sombras

La muerte reciente de Vicente Ferrer ha vuelto a recordarnos que las ONG están para algo. Pero las ayudas y las fundaciones se multiplican y el problema no se reduce. Algo va mal.

Fundaciones para desgravar impuestos. Ayuda a países que tienen petróleo o minerales estratégicos. Ayudas estatales a las órdenes del Banco Mundial. Ayudas médicas sí, pero fabricación de genéricos económicos, no. Clínicas que operan desinteresadamente a gente desahuciada, donde sus médicos adquieren la experiencia que después les hará ganar millones. Empresas que instalan fábricas que dan trabajo a centenares de personas que manejan material tóxico o peligroso sin protección. 

Bajo el paraguas de “solidaridad” se amparan demasiadas cosas. Desde los que se desgarran ante el dolor ajeno y se entregan incansablemente, hasta los que sanean por unos euros su conciencia sin profundizar más o los que ven una oportunidad de hacer negocio sin competencia: Se pueden enviar sacos de semillas, media docena de tractores y abono con un pequeño truco, semillas estériles que den una planta útil pero que no se reproduce. Con lo que los ayudados tendrán que comprar la siguiente partida de semillas. Y los repuestos para los tractores. Todo a precio ajustado, por supuesto. Para eso los han convertido en clientes cautivos.

Hacer negocio es uno de los incentivos del hombre, y es absolutamente humano y lícito, es la recompensa al trabajo y a la inventiva. Y si en paralelo ayuda a gente necesitada, doblemente mejor. El problema, como en tantas cosas, está en la medida. Un buen beneficio a costa de los que son tan pobres que con medio sueldo ya están contentos, no es ético. Y con el tiempo, es antieconómico.

ONG’s que se instalan en condiciones muy precarias para dar primeros auxilios, asistencia alimentaria o para construir un pozo que suministre el agua imprescindible. Gente voluntaria que dedica mucho más que tiempo y esfuerzo. Y también, ONG que instalan sus reales en una urbanización del sureste asiático aislada de sus vecinos, con vigilantes, donde los esforzados blancos puedan descansar del duro trabajo de los demás llevando un nivel de vida que ni en sus países de origen. Y que sale de las aportaciones que deberían volcarse en esa zona.

Demasiados contrastes en un tema tan delicado, pero por encima de todo, una incoherencia brutal: con tantas décadas de ayuda y tantísima gente colaborando y tantísimo dinero destinado, la situación a nivel planetario prácticamente es la misma. El conjunto del tercer mundo (que son dos terceras partes del planeta, no nos engañemos) está prácticamente estancado. Y eso es un fallo de raíz, no cosmético.

Algo muy malo tiene que haber en el modelo para que sólo funcione en una parte del hemisferio norte. No es capitalismo ni comunismo, los dos con llagas estructurales. Tampoco es cuestión de religiones (judeo-cristianos ricos e islámicos y animistas pobres) porque hay grandes desequilibrios en el seno de esos inmensos colectivos.

Tampoco es lo de blancos malísimos contra indígenas inocentes o colonizadores sádicos contra pacíficos residentes: todos los pueblos del mundo han invadido y han sido invadidos, han robado y han sido robados, han matado y han sido muertos. La historia de Europa es de colonizaciones sucesivas: griegos, romanos, árabes... cada una ha dejado un poso y con todos juntos hemos ido saliendo adelante. Las claves ha de estar en otro tema.

Quizás una esté en que queremos ver el planeta como un todo que ha de ser homogéneo, que cualquier ciudadano de cualquier esquina ha de tener coche y vestir pantalones tejanos y comer carne dos veces por semana. Y no lo es. Ni por clima, ni por geología, ni por colectivo humano. Quizás tengamos que asumir que el modelo es para nosotros, no para ellos, y que ellos (dos terceras partes del planeta, repito), llevan otros ritmos. Eso no implica olvidar el hambre o las enfermedades, sino abordarlas de otra manera. No se trata de ir echando dinero permanentemente como agua a la arena, pero tampoco de pretender que vistan como nosotros, coman como nosotros, piensen como nosotros. La grandeza del planeta es la diversidad, palabra que sólo parecen aplicar a animalitos y plantas.

De hecho, si seguimos haciendo lo que estamos haciendo, seguiremos consiguiendo lo que estamos consiguiendo.

Texto: Marga Alconchel

jueves, 18 de junio de 2009

Obama es real?

Imaginemos que tenemos mucho poder y todo el anonimato. Y que somos de un país que se jacta de ser el más rico del mundo. Y que analizamos muchas cosas que nadie sabe, y deducimos que para la siguiente etapa nos hace falta alguien especial, un comodín que sirva para casi todo y guste a casi todos.

Imaginemos que trazamos un perfil: un hombre de una raza oprimida, para que levante simpatías. Pero educado en la raza poderosa, para que genere confianza. Creyente de una religión, aunque no demasiado practicante. Y criado en otra, para que tenga credibilidad entre las dos. Y con muchas razas mezcladas en su historia, pero todas comedidas. Y por supuesto, criado por unos abuelos blancos más que muy tolerantes, para que despierte simpatías entre la gran masa del pueblo.

Imaginemos que buscamos entre 200 millones de personas (ahí debe haber de todo) y encontramos alguien que se adapta mucho al perfil. Una vez seleccionado, es cuestión de entrenarlo. Y una de sus bazas ha de ser una absoluta confianza en sí mismo que arrastre a amigos y enemigos. Y ya tenemos al candidato ideal para cambiar el mundo.

Imaginemos que lo ponemos en campaña, una escenografía milimétricamente estudiada. Y que una vez que gana, ponemos en su equipo de colaboradores más cercanos a algunos de sus enemigos vencidos (muestra de bonhomía y pragmatismo), algunos triunfadores de legislaciones pasadas (el país no olvida a sus hombres), algunas mujeres (ya no hay nadie machista) y razas variadas. Todo el mundo se siente representado por algún lado y todo el mundo se siente ganador, por algún lado.

Y se le echa a rodar por el mundo. Un proyecto de años, con mucha gente involucrada y mucho más en la sombra que a la luz. El hombre con más poder del mundo que compra sus propias hamburguesas en el restaurante de la esquina, con todo su séquito y las cámaras, y hace cola como todos. Un hombre con indudable carisma y con una biografía real, salpicadita de incidencias que lo hagan humano (algún porrete, alguna multa menor). Un hombre que habla los idiomas necesarios en el momento actual, que conoce las claves para comunicarse con los colectivos más problemáticos y que se vende como el sueño americano en carne viva. 

Todo esto es una especulación, y el presidente norteamericano de momento ha demostrado buen pulso para todo lo que está haciendo. Tanto buen pulso y tan adecuadas propuestas que da la impresión de ser todo una magnífica puesta en escena. De hecho parece una versión s. XXI de un mesías religioso que ha aparecido en el momento oportuno.

Esperemos que sus cientos de asesores y las toneladas de informes que manejan les den las claves para sanear el desastre en el que vivimos todos y del que tienen buena parte de culpa. Porque toda esta crisis es a causa del dinero y los que más tienen son ellos.

No podemos hacer mucho más que observar lo que hace y valorar si realmente los de bambalinas han puesto sobre la tarima a un mesías. El Iching, que lleva cinco mil años observando el futuro, dice en una de sus tiradas: El Príncipe auténtico acierta al halcón con una sola flecha.

Texto: Marga Alconchel

lunes, 8 de junio de 2009

Va de virus

Hay una crisis económica de espanto y de repente sale una gripe porcina en un destino turístico. Se disparan las alarmas, se venden como caramelos las mascarillas que no sirven para nada pero quedan muy propias y se pone en marcha toda la maquinaria.

Esa gripe porcina que ha mutado y que se pasa a los humanos y a la que se le ha cambiado el nombre (A) para que no suene tan feo… mata menos que la gripe benigna de todos los inviernos. A 27 de mayo de 2009 en 48 países (cientos de millones de habitantes) había 13.398 personas contagiadas, de las que habían muerto… 95. México es la zona donde la gripe ha resultado más letal, con un porcentaje del 1,82%, o sea, 83 personas en la capital, donde viven 15 millones. La proporción da risa. Lo dicho, un resfriado mata más gente. Ya lo dicen las pelis de polis: ¿A quién beneficia todo esto?


Bajo el cartel de una pandemia, los carísimos antivirales se venden desesperadamente, y las multinacionales farmacéuticas hacen caja, y los vendedores de miedo consiguen grandes dividendos. Se recomienda el principio oseltamivir, que se comercializa con el nombre de Tamiflu, fabricado por los laboratorios suizos Hoffmann-La Roche. Es el que se hizo famoso con la gripe aviar y ahora se vende entre 40 y 100 dólares. El otro principio activo recomendado es zanamivir, comercializado por Glaxo Smith Kline bajo el nombre de Relenza, a 40 euros caja. Este no sirve contra ninguna gripe, pero ambos se están vendiendo por toneladas.

En nombre de la A, Egipto, país de confesión islámica (religión que prohíbe el cerdo por precepto de culto) ha aprovechado para sacrificar la mayor parte de su cabaña porcina, aun a costa de arruinar a miles de pequeños ganaderos y por encima de todos los informes de que no se transmite directamente de animal a persona. China ha aprovechado para restringir más el movimiento de la gente, Japón ha multiplicado las medidas sanitarias (y el gasto medio por habitante), México decretó cuatro días de encierro voluntario en casa que sirvieron para domesticar las calles, sujetar a la población y asear los espacios públicos… Vendedores de miedo.

Además de las multinacionales químicas, todos los gobiernos se han apuntado a la fiesta. Dicen que en España (47 millones) tenemos 100 contagiados. O sea, hemos de hablar con 470.000 personas para encontrar un griposo A. Algunos políticos se desgarran los trajes a medida, algunos vociferan contra todo y contra todos porque es su única manera de captar atención, los médicos simplemente recomiendan reposo y mucho líquido…

Y la crisis económica va quedando en un segundo término. No me refiero a las medidas que se están adoptando con más o menos acierto, sino al control sobre las causas para que no se repitan. Y eso sí que está matando gente poco a poco. Grandes constructoras, grandes bancos, grandes especuladores de riesgo… todos en su butaca. Un sistema económico que evidentemente es dañino desde la raíz y sólo se parchea. Lógicamente no se pueden destruir todas las instituciones económicas de una tacada y empezar desde cero, las cosas se han de hacer paulatinamente. Pero se han de hacer. Y eso empieza por unas depuraciones y unas responsabilidades penales que no se ven. ¡…Pero como es muy urgente atender una gripe tan grave!…

Y los de a pie qué hacemos con la A? Pues analizar los datos, consultar con el médico si es que los síntomas son exagerados, dejarse de histerias caras y seguir con la vida sin perder de vista todo lo que no es gripe. Recordar a Machado (“distingo entre las voces y los ecos”) y vigilar que los que ganan con todo esto no nos la estén dando con queso por la puerta de atrás. Como dicen los castellanos viejos, bueno es si bien acaba.

Texto: Marga Alconchel

viernes, 5 de junio de 2009

Una de piratas

Que los piratas somalíes asaltan a los barcos mercantes porque sí. Que no, que en realidad son pobres africanos llamando la atención porque grandes pesqueros han arruinado sus fondos con redes de arrastre y ya no hay peces. Que es que han convertido sus aguas en un vertedero de materias tóxicas que ha matado la pesca de la que viven. Que no, que los asaltantes son de las mafias locales y han encontrado un filón en los rescates. Que el gobierno que no gobierna en ese país dice que no puede hacer nada porque es pobre, que lo hagan los países asaltados. Que no, que quiere sacar tajada. Que es un problema de islámicos contra todo lo que huela a no islámico. Que no, que se han hecho islámicos por desesperación.


Todo eso es verdad y no lo es. Que las aguas somalíes son un vertedero de materias tóxicas es más que probable. Que no hay pesca en la zona, también. Y que las cosas no son tan simples, también. Y que es bochornoso que sigan con el cuento de los malo-malísimos blancos expoliando a los bueno-buenísimos negros. Todos los países del mundo han sido invadidos y expoliados en sucesivas guerras a o largo de la memoria de la Humanidad. Todos. En Africa no son excepción, vale ya de hacerse los víctimas eternos. Toca trabajar, como han trabajado todos los países para salir de sus respectivas miserias. Muchos de sus enemigos tienen el mismo color de su piel.

De momento, los piratas llevan armamento nuevo y municiones, y son dos cosas que no se venden a crédito ni a cambio de pescadito. De momento, los rescates son de millones de euros, y ahora mismo hay veinte barcos retenidos a la espera de que se junte el dinero. Y desde que esta moda se ha multiplicado en el cuerno de Africa, el dinero corre por los prostíbulos, en la compra de coca, en los coches de lujo y en los sobornos, pero no se ha levantado ni una sola industria ni un solo hospital, pese a que el mal sexo y la droga han multiplicado el sida.

Somalia es un país fracasado, no existe como tal. Lo que planea por encima es una cuestión de dinero. Dinero para armar a los hombres asaltantes (el eslabón más débil, aunque no el más delicado), dinero de rescate, dinero para los traficantes de armas y de droga, dinero de los países asaltados enviando barcos y diplomáticos y recursos, dinero desviado de un país sin gobierno que en nombre de su pobreza también pide dinero.

Los asaltados son barcos mercantes de paso, no de guerra, no pesqueros. Las potencias asaltadas han enviado barcos de guerra, han analizado el tema, y han enviado recursos para levantar la zona de donde salen la mayoría de los piratas. Y aunque sea una medida correcta, es una gota en el desierto. Mientras con un solo golpe consigan millones, quien se va a dedicar a la pesca o la carpintería? Mientras a fuerza de secuestros consigan ayudas millonarias extranjeras, para qué el ímprobo trabajo de construir un país? Mientras los dirigentes islámicos les digan que es bueno todo lo que sea malo para el infiel, quién se resiste? Mientras los intermediarios londinenses se lleven de comisión lo mismo que se paga de secuestro, quién lo va a impedir?

No es una cuestión de negros o de islámicos. Es una cuestión de desesperanza. No tienen otro presente ni ven otro futuro. Inyectar millones en rescates sólo sirve para alimentar esta situación. Llevar a los piratas al país de al lado para que sean juzgados parece un chiste.

Por cuestión de principios, no se deben pagar rescates. Y se debe evitar el riesgo de que el secuestro se convierta en una moda rentable. Los cientos de barcos que cruzan la zona podrían llevar mangueras a alta presión para alejar las barcas que quieran abordarlos. Y los gobiernos implicados, negociar con Somalia el fin de esta situación que a ese gobierno le va muy bien. Sin ingenuidades: Ningún somalí hace nada por impedirlo, y muchas potencias occidentales ya están invirtiendo en infraestructuras en las zonas más depauperadas del país. El gobierno africano pide que los ricos inviertan. Y los ricos dicen que en un país que no es serio no se puede invertir, que es tirar agua al mar. Y que si se compran armas y drogas es que hay dinero.

Por cuestión humanitaria, se debe ayudar a las personas necesitadas. Las empresas que han arrasado las zonas de pesca aprovechando un vacío de poder, deben recompensar invirtiendo en empresas locales que generen puestos de trabajo. Y el gobierno de Somalia ejercer como tal. Recientemente se vio en un documental a todo un ministro, con su coche todoterreno y seis hombres armados como escolta, acompañar (previo pago) a unos periodistas para hacer un reportaje de la situación. Llegados a un pueblo, el portavoz de los piratas le dijo que se fuera que no era bienvenido. Y sencillamente se giró y se fue.

Texto y fotos: Marga Alconchel

martes, 12 de mayo de 2009

Adolescentes de 35 años

Queríamos independencia, libertad, vida. Nos casábamos enseguida (lo de vivir juntos era muy problemático) y nos metíamos en mini-pisos de 28 metros cuadrados, donde el sofá era también cama, asiento para la mesa, despacho y confesionario. No era lo que queríamos, era lo que podíamos pagar. Trabajábamos en cualquier cosa por cualquier sueldo. Después vinieron otros que con más de tres décadas en el DNI seguían negándose a salir del nido de sus papás, convertido en hotel gratis, hasta que tuvieran un pisazo en las mismas condiciones que aquel que sus padres consiguieron después de 30 años de trabajo y deudas. No tienen deseos de libertad ni de independencia, porque de eso ya tienen. No tienen ansias, tampoco ilusiones. Parecen cascarones desmotivados. Dicen que los alquileres son caros, las hipotecas prohibitivas, los trabajos precarios y sus personitas no están hechas para carencias. "Yo no estoy dispuesto a vivir como has vivido tú”,me han dicho.

Los precios siempre han sido caros para los que se emancipan, porque son los primeros pasos independientes de una vida, y todo está por hacer. Y los trabajos tampoco son lo mejor del mundo, porque se accede a ellos sin experiencia. Prolongar indefinidamente la estancia en la casa paterna es un comportamiento de adolescentes impunes, de permanentes inmaduros. Dicen que ellos no fabricaron este mundo, se lo encontraron así. Bienvenidos a la vida, señoritos, porque nosotros tampoco fabricamos el que nos encontramos, también lo encontramos hecho. Hasta los cavernícolas se encontraron el mundo como estaba.

Los señoritos dicen que no pidieron nacer, así que se les debe manutención indefinida. Cierto, no pidieron nacer: por eso deben dar gracias por la vida que se les regaló, y por todos y cada uno de los días que han vivido a costa de unos padres que acertaron o no en la educación, pero que dedicaron a ello sus esfuerzos, buena parte de sus ingresos y de su tiempo. Y ya es hora de que los señoritos se valgan por sí mismos.

Pero hacerse cargo de la propia vida es muy cansado; hay que vigilar la despensa y el armario, hay que lavar y cocinar y asear y gestionar papeles y perderse en esas menudencias en las que las mamás son tan expertas y dedican jornadas inacabables. Y los papás son buenos ordenanzas y porteadores. Si se encargan de sí mismos luego les falta tiempo para perderlo, para cervezas y amigos y cine y ligoteo y el famoso dolce fare niente. Pretenden ser eternamente adolescentes irresponsables.


Los que los hemos visto crecer les avisamos que así no van bien, que tanta tontería les está atrasando el entrenamiento en vivir, que pasarlo bien no está reñido con que, además, se responsabilicen de sí mismos. Y nos miran como si fuéramos momias parlantes, artilugios desfasados que no saben de qué hablan. Lamentablemente somos nosotros los que sabemos de qué hablamos; son ellos los que no tienen idea de la que les espera. Porque tanta falta de entrenamiento los ha hecho muy vulnerables: no saben volar con sus propias alas, y el primer contratiempo los tira al suelo. Ellos dicen que su mundo es otro, que el futuro es suyo, que nosotros somos pasado. Hasta en eso son adolescentes: el pasado pasó, el futuro no ha llegado. Todos somos presente.

No son mala gente, sólo inmaduros, abusones impunes que no quieren pasar de los quince años mentales. Las cosas empezaron con una educación equivocada, sí, pero eso no los disculpa: con más de 30 años a la espalda, buena parte de la culpa ya es suya.

Vamos a ponernos de acuerdo: Estamos todos en el mismo planeta, que da vueltas cada día sin tener en cuenta si nos gusta o no. Vamos a entendernos y a asumir la parte de todo que nos corresponde a cada uno. Y cuando dejemos de mirarnos como si el otro fuera un estorbo, encontraremos el truco para hacer el mundo y la vida mucho más habitable.

Texto y fotos: Marga Alconchel

miércoles, 29 de abril de 2009

Romper el juguete para acabar la pelea

Judíos contra árabes, árabes contra judíos. En un espacio relativamente pequeño, una tierra atiborrada de historia antigua en la que todos tienen puesto el quid de sus creencias. Y a todos les sobra las presencias de los otros. Guerras por el territorio, por las piedras, por el espacio, por el pastel turístico. Jerusalén para todos en exclusiva. Jerusalén para nadie.

Se podría hacer un ejercicio de gimnasia intelectual: Y si Jerusalén, por algún extraño cataclismo, quedase reducida a grava? Ni siquiera a piedras que se pudiesen adorar como reliquias. Pura grava. Nunca más el templo de Salomón. Nunca más el Muro de las Lamentaciones, Nunca más nada que adorar. Nunca más la posibilidad de discutir por piedras. Y naturalmente, nunca más hordas de turistas en busca del sentido de una fe.

¿Qué harían los fundamentalistas de las tres religiones que la consideran el ombligo del mundo? Qué harían los gobiernos de los dos estados que dicen no caber en la misma tierra? Cuando unos niños se pelean por el mismo juguete, a veces se les quita, con lo que la bronca sigue para recuperarlo. A veces se le concede sólo a uno, con lo que el otro se enfada, ofendido, y busca recuperarlo. A veces se rompe ante los dos, para que sepan que ya no tienen causa para seguir peleando.  

Y a veces se les obliga a sentarse y pactar qué van a hacer con el juguete, bajo la amenaza de destruirlo delante de ellos. Y los niños, que no suelen entender todavía de matices, saben dejar de lado sus enfados para atender un interés superior: pactar un uso y unas condiciones para tener un poco de juguete antes que nada. Y al cabo de un tiempo no muy largo, suelen jugar sin muchos más problemas.

Dos naciones o dos religiones no son dos niños. Pero a veces tantos árboles no dejan ver el bosque. Arrasar Jerusalén sería una salvajada imperdonable, porque como todo lo que ha hecho el hombre, forma parte del patrimonio cultural de la Humanidad. Pero como ejercicio cerebral, como especulación, no deja de tener su interés.

También quedaría el asunto de qué se hace con semejante espacio cuando ya sólo sea un solar. Siguiendo con la gimnasia intelectual, podrían ser jardines urbanos de la ciudad nueva. O una biblioteca al estilo de la antigua de Alejandría dedicada al estudio de todas las religiones del hombre.

O un parque temático que solucionara el otro tema de fondo de la ciudad tres veces santa: el pastel económico de las visitas turísticas. Y eso quizás si los pusiera de acuerdo.

Texto y fotos: Marga Alconchel

jueves, 23 de abril de 2009

La ayuda puede venir de un libro?

Tiempos de desconcierto, de desesperación y de reflexiones sombrías. No es necesario que sea una crisis económica mundial, basta con que sea una crisis personal. Un divorcio, la pérdida de empleo, una amistad que revienta con amarguras podridas. De repente parece que nada tiene sentido, que hemos navegado con rumbo equivocado, en un barco equivocado, en un mar equivocado. Y buscamos ayuda.

Juegan la economía y la vergüenza a la hora de preferir un libro de autoayuda antes que la consulta de un profesional. Es más barato y además más privado; se puede mantener oculto y nadie sabe que uno está absolutamente perdido. Así que se compra alguno que se haya vendido mucho. Y se descubre, en el pasar de las páginas, que el trasfondo es un “¡cambie de actitud, criatura, y tómese menos en serio a usted mismo!” Pero el mensaje no ayuda mucho. Qué cambio? Cómo? Porqué? Y porqué no cambian los otros? Y realmente seré feliz si cambio tantísimo? O me quedaré irreconocible para mí mismo? He de ser frívolo para ser feliz o para entender el mundo?  

Cincuenta libros después, se piensa en el sicólogo. Se comenta de pasada a alguien y ese alma caritativa que también pasó por ese calvario te da un par de pistas: 100 euros por semana durante tres o cuatro años. Y uno piensa si para hablarle a alguien que escucha sin opinar es necesario arruinarse. Así que uno se apunta a todos los cursillos de todas las cosas posibles, a ver si en el trato con mucha gente se aprende algo. Y descubre que la gente va a los cursillos a lo mismo, así que tampoco hay muchas soluciones existenciales en la confección de patchwork o el bricolage con latas de cerveza.

Con todo eso, van pasando las semanas, los meses. Y la inevitable comedura de coco, y la comparación con los demás... depende de la materia con que esté hecha el alma de uno, se hace limpieza interior, se entienden algunas cosas, se archivan otras y se encamina cojeando a la próxima estación de la vida. Pero si el alma es otra, puede perderse en un mar de nubes negras en el que no se puede orientar, y acabar cociendo eternamente rencores, miedos, y reviviendo continuamente las escenas que está deseando olvidar.

La gente que se ha quedado si empleo en nombre de esta crisis anda en una versión laboral de ese laberinto. Y la depre les acecha como una mala gripe. Si la empresa cierra, a dónde voy? Si la empresa sólo ha echado a unos cuantos, porqué a mí? Y si en casa se acumulan las facturas impagadas y las amenazas de cortar luz, agua, gas, teléfono y hasta los cordones de los zapatos, la ansiedad echa la armonía por la ventana. Necesita ayuda económica, evidentemente. Pero también necesita ayuda anímica. Para sobrevivir sin volverse loco, para descartar lo realmente superfluo de su vida, para hacerse fuerte de cara a la siguiente crisis. Porque no hay que engañarse: las crisis son yo-yos, vuelven siempre, pero no siempre por el mismo sitio. Estar vivo implica deslizarse por un mundo lleno de problemas y alegrías, o sea, de tropiezos duros y otros alegres, pero tropiezos.

La ayuda no puede venir de un libro. Ni de un sicólogo. La ayuda viene de un libro, más un sicólogo, más unos amigos, más unas reflexiones, más un pasar el tiempo... Las crisis no suelen ser simplonas y tampoco tienen soluciones simplonas. Pero en todo caso, lo que evidencian es que el ser humano necesita seres humanos. De todas las clases: amigos, familias, amantes... Como decía Joan Barril, es en la sociedad, y no en la soledad, donde nos curamos.

Texto y fotos: Marga Alconchel

lunes, 2 de febrero de 2009

73 años y un mail

Entra decidida por los pasillos de la biblioteca, llega al mostrador y con una sonrisa pregunta si puede pasar a sala. La bibliotecaria le dice un sonriente “pasa, América” y ella entra en un habitáculo titulado “multimedia”. Se sienta silenciosamente, saca del bolso la libreta de los apuntes, se pone las gafas de leer en la punta de la nariz y con decisión un tanto asustada, escribe una dirección web. Tiene 73 años y una cuenta de correo.

Lee concienzudamente los mensajes que le escriben sus sobrinos, sus hijos, la familia lejana. Contestar cada correo es una tarea entretenida, sobretodo porque “responder” y “adjuntar” son cuestiones complicadas que ha de consultar en su libreta. Le pone voluntad y paciencia hasta que se enfada con la máquina y con sus dedos y decide pedir ayuda. El chico que se sienta a su lado le sonríe, le habla con mucho afecto y en dos golpes de tecla le soluciona el problema. Y ella siempre se disculpa repitiendo que es nueva en esto, que aun tiene mucho que aprender.


A su otro lado se sienta un señor de su misma juventud. También despliega una libreta, un boli, y algunos folletos. Abre una página que lleva por título “como hacer su propia web”. Y le cuenta que quiere escribirse con su nieto y que el crío no lo trate como a un viejo.

Alrededor de los dos pululan inmigrantes abriendo páginas en caracteres extraños, jóvenes escuchando músicas o consultando cientos de páginas veloces. En los ordenadores de estos dos el tiempo pasa de otra forma.

Cuando termina su turno ella sale satisfecha de la sala: ha visitado la página del pueblo donde nació y la otra del pueblo de sus hermanos. También está preocupada por solucionar las dudas que le traen las máquinas. A su espalda la bibliotecaria la mira con mucha calidez y le comenta a la otra chica que esta mujer viene desde hace meses, que hizo un cursillo, que no lo deja, que está animada y acobardada a la vez. Y América se va a casa con la cabeza llena de links, presentaciones power point, páginas interactivas y fotos, muchas fotos.

Ella comentó un día que le hubiera gustado aprender a escribir a máquina. Y como las máquinas ya estaban desfasadas, por su casa aterrizó un ordenador sencillo. Y ella, tan emocionada como desbordada, buscó un libro de poemas de Rosalía de Castro y lo colocó sobre un atril. Sujetó las páginas con una pinza de tender la ropa, se caló las gafas de leer y se empeñó en copiarlo entero para memorizar dónde estaba cada tecla. Quería ir a un cursillo, pero primero quería tener algunos conocimientos previos.

Se peleó con acentos, con negritas y sangrías, con copiar y guardar, se familiarizó con webs, usuarios y passwords. Y fue a clase con la ilusión de la novedad, y tuvo su cuenta y nos apuntaba su dirección copiándola de la libreta para que no se le escapara una letra.

Va guisando un arroz y preguntando cómo se reenvían las fotos de su sobrino. Pela alcachofas comentando un power point. Sufre cuando envía una nota porque tiene faltas de ortografía, aunque se le entiende perfectamente. Recibe la admiración de todo el mundo y palabras de ánimo. Y siempre responde extrañada con los ojos muy abiertos si es que se creen que es demasiado vieja o demasiado tonta.

Tiene 73 años y un mail. Y es mi madre.

Texto y fotos: Marga Alconchel

lunes, 19 de enero de 2009

Pon un burka en tu vida

Las noticias sobre trato sin nombre a las mujeres en Afganistán y en varias zonas de influencia fundamentalista islámica ya no sorprenden a nadie. A todos nos parecen salvajadas, pero son tan habituales que se nos ha encurtido el corazón para no morir de pena.

Mujeres tratadas como bultos azules bajo un burka. Mujeres asesinadas legalmente a pedradas por haberse acostado con un hombre por voluntad propia (al varón ni se le riñe). Mujeres violadas como actitud de guerra para desmoralizar al enemigo o desvirtuar su raza. Mujeres casadas a los 9 años con veteranos de guerra mutilados para ahorrarse enfermeras.

No es un gusto islámico. Es una brutalidad primitiva ejercida como muestra clara de poder y de miedo: En Egipto dos terceras partes de las mujeres adultas han sido mutiladas de niñas para que lo se les desbocara la líbido. Según una tradición faraónica, las mujeres son insaciables y perderían la virginidad antes de casarse, que es para lo único que valoran a una mujer. Y es importantísimo que sea virgen para que no haya duda sobre la paternidad de todos los hijos que vaya engendrando, uno tras otro. Que a fin de cuentas, son mano de obra de su progenitor y serán sus herederos. Por su puesto, que no pueda comparar tamaños varoniles también tiene su peso, pero de eso no se habla.

Así que una mujer no vale ni una cabra? Pues nos las llevamos a todas. Imagínense por un momento qué sucedería en esas sociedades (en todas las sociedades, no nos engañemos) si de repente esas despreciadas mujeres que sostienen la reproducción de la especie, la economía doméstica, el cuidado de los ancianos y el día a dia de todos, desaparecieran. Ancianas, jóvenes o bebés. Todas. Volatilizadas.

Ninguna para llevar la casa. Ninguna para atender a los mayores. Ninguna para hacer la limpieza. Ninguna para el sexo. El sexo, esa inmensa parcela de la sique humana tan exhibida como ocultada, tan sobrevalorada como maltratada. Cómo llevarían ellos las dobles y triples jornadas diarias que llevan la mayoría de mujeres? Qué harían millones de varones islámicos, con una ley que les condena a muerte por homosexualidad, si no hubiera ni una mujer en ningún país? Y no durante un día, como si fuera una excursión, sino por tiempo indefinido. Y no hablamos de una proporción testimonial de la población: las mujeres somos el 52 % del mundo.

Serrat cantaba que “no hay nada más hermoso que lo que nunca he tenido, nada más amado que lo que perdí”.

Esperemos que no tengan que morir todas para ser consideradas humanas.

Texto y fotos: Marga Alconchel