jueves, 24 de julio de 2008

Africanos para Africa

Africa es una isla inmensa. Tan grande, que cabe en ella desde el mundo árabe del norte, el desierto eterno del Sahara, las selvas del centro, el mundo negro y hasta las minas de diamantes del sur. Tan inmensamente rica que tiene los yacimientos de minerales estratégicos más importantes del planeta y tan inmensamente pobre que millones de sus gentes mueren de hambre. Tan acogedora para ofrecer lo que tenga a cualquier visita. Tan inhumana con su propia gente como para enzarzarse en genocidios tribales sin pestañear. Tan desesperada como para jugarse la vida detrás de un sueño que vio en la tele: las pateras y los cayucos vomitan fracasos, el mar se traga gente que nadie cuenta. Pero abrir las puertas sin más no es la solución. La solución no es vaciar Africa.

Es una isla tan grande que en ella caben ciudades con tecnología punta, sociedades feudales y comunidades prehistóricas. Tan grande que no se conoce a sí misma y ha sido deseada por todos los exploradores del mundo. Lo que esgrime siempre para justificar sus males es el colonialismo europeo, y siendo una verdad incuestionable, no se sostiene como causa. También rechazan la religión católica vinculada a esos tiempos, y están adoptando masivamente el islam, que les habla contra lo occidental y que tampoco es suyo. Dios contra Dios.

No sirve que vaya de víctima. Todos los pueblos del mundo han invadido y han sido invadidos, han robado y han sido robados, han matado y han sido muertos. También fueron colonia europea Canadá y EEUU y Australia. Y también media Europa fue colonia de la otra media. Y toda ella fue colonia de Roma. Y a nadie se le ocurre hoy ir a la Ciudad Eterna a reclamar. La historia es como es y no vuelve atrás. No es un orgullo, pero ya pasó. Hay que aprovechar lo que queda, enterrar los muertos y seguir caminando. Las generaciones que van subiendo conformarán un buen futuro, pero el presente urge.

Exigen capitales a Europa, que después se disuelven en un marasmo de corrupción, señores de la guerra, intermediarios… También hay casos impecables, pero son una flor en el desierto. Una ONG fabricó un pozo artesiano para que un poblado tuviera agua potable. Los jefes de la zona lo destruyeron porque eliminaba el peaje que ellos cobraban sobre el único pozo de la zona, y echaron a los de la ONG. La vida humana no les merece ningún valor, sólo importa el negocio. Y ni siquiera a medio plazo, sino para el día a día.

La situación es compleja: con una extensión de varias europas, genera riqueza, recibe dinero y se muere de hambre. Una de las claves está en su idiosincrasia. Una isla tan distinta de los demás continentes no puede ser tratada desde fuera como una pequeña unidad a la que se le impone un modelo de comportamiento. La democracia occidental, que es una versión del régimen político de la ciudad griega de Atenas, no es linealmente aplicable a Africa.

Por supuesto, en un mundo globalizado, en el que se lucha para que se entienda que estamos todos en el mismo barco, no se pueden admitir determinados comportamientos que van directamente contra el ser humano. La venganza tribal, la mutilación genital, la venta de niños, nada de todo eso ni de otros comportamientos ancestrales es admisible en una mesa común. Es parte del reto que tiene Africa. El otro reto es la autogestión. Sí que hay organizaciones y estructuras de gobierno y policías y tribunales. Pero no tienen la más mínima credibilidad. Desidia, nulo respeto por sus propias leyes… La corrupción es tan omnipresente que ataca al olfato.

Los problemas de Africa se tienen que solucionar en Africa y entre africanos. Eso no excluye al resto del mundo, sólo lo pone en segunda fila. Hay países africanos ricos que podrían invertir en su entorno, hay mucho por hacer, pero a su manera. Su propio trabajo es cohesionarse, formar realmente un continente negro, con toda la serenidad y la conciencia de su diferencia. Si Africa no fuera negocio, no estarían invirtiendo los empresarios chinos, con un potencial de expansión que se multiplica por años. Si no hubiera un futuro interesante, no habría multinacionales con inversiones milmillonarias. Se trata de que ellos lleguen a formar sus propias grandes empresas, gestionen su vida y su riqueza. Han de empezar a dignificarse sin griterío. Si siguen haciendo lo que están haciendo seguirán consiguiendo lo que están consiguiendo.

Deben crear sus propios sistemas de diálogo. Y deben respetarlos si quieren ganar respetabilidad en el mundo. Sus foros, su forma propia de coordinar sus áfricas. Sin ceder a presiones occidentales, pero entendiendo que han de caminar hacia un futuro interrelacionado. Muchas cosas de su presente son anacronías culturales que han de ser superadas. Deben llegar al grado de desarrollo y de serenidad como continente que les merezca sentirse orgullosos de sí mismos.

Tienen mucho por hacer, y un futuro tan grande como su sonrisa.


Texto: Marga Alconchel

lunes, 21 de julio de 2008

Cerebro y llanto contra el terrorismo

Las noticias sobre hechos terroristas salpican de sangre el dia a dia de todos. Los que realizan esos actos se amparan en unas palabras grandilocuentes y sagradas en todo colectivo humano: independencia, derecho a vivir la propia vida con los propios códigos, supervivencia cultural. Una especie de “vete, que no te quiero” dedicado a entidades estatales, ejércitos, y un confuso batiburrillo en el que cabe todo lo que no gusta.

Por supuesto, todos sabemos que la sangre no se limpia con sangre, por mucho que sea una frase impactante. Pero si dejamos de escuchar los gritos y los llantos y miramos más allá del color rojo, probablemente encontraremos algunas claves. Los movimientos terroristas se amparan en esas palabras, y usan bombas, armas, municiones… nada de todo eso se compra a plazos. Ahí hay dinero. Y ya que el dinero clandestino va con dinero clandestino, también hablamos de drogas, mercenarios… Por tanto estamos ante un negocio que mueve muchos billetes y que si acabara dejaría a mucha gente en paro. Hace mucho que para muchos, toda esta situación no es más que una empresa, una forma de vida. Como las guerrillas sudamericanas enquistadas en discursos irreales, pero viviendo de secuestros, rescates, narcotráfico y demás florituras.

Hace tiempo se propuso a los terroristas del norte de España que abandonaran las armas y se reintegraran a la vida civil con garantías y en un proceso delicado pero factible. Factible en la teoría, porque en el mundo real cruje. Un hombre que se ha pasado muchos años en clandestinidad, moviendo mucho dinero, teniendo un grado de poder en la organización y una sensación de prepotencia sobre los vecinos en función del terror que les inspira… Que lo deje todo y se dedique a la carpinteria ocho horas al día por un sueldo que es la décima parte de lo que cobraba. Irá a casa de los vecinos a pulir una ventana que no cierra bien o a hacer un mueble de cajones para los juguetes del nieto… No es creíble. Es una situación atrapada. Y necesita una salida inteligente y creativa. Porque mientras no tengan una opción realmente válida no van a cambiar. Ni su status económico ni su etiqueta de víctimas de la península, ni su íntimo orgullo se pueden intercambiar por un trabajo corriente. Tampoco se puede eternizar esta situación, y meterlos sucesiva y llanamente en prisión alimenta un caldo de cultivo para que aparezcan nuevos aspirantes a héroe.

Ya que su motivo publicitado es la independencia de esa tierra, se podrían injertar (los que no tengan delitos de sangre, que para esos hay leyes específicas) en las instituciones públicas de la zona. El objetivo de alcanzar el poder político es gestionar la cuestión pública. Pues que gestionen la cosa pública desde las propias instituciones; que demuestren lo buenas que son sus ideas. Que vean el mundo desde ese lado y gestionen esas cosas con todos esos condicionantes. Entre su gente, en tratos con todos, vistos por todos. Sin amenazas, sin publicar las ideas a balazos. Habría que articular todos los detalles, habría que hacer una auténtica obra de orfebrería política, social y legislativa. Pero anularía la etiqueta de su terrorismo: quieren el poder, ya lo tienen. Quieren la independencia, que comprueben qué están diciendo desde el propio poder.

Tampoco podemos actuar sobre los que ya han sido capturados y están en prisión con la indignidad que ellos han demostrado. Esa es una de los condicionantes de un estado de derecho: su grandeza y una de sus losas está precisamente en que no puede ser indigno con los indignos. Hay un terrorista en prisión que está a punto de ser liberado, que jamás se ha arrepentido y que irá a vivir cerca de la familia de una de sus víctimas. Se oyen voces airadas y dolidas para que no salga nunca de prisión. Ese es el sentir, pero no puede ser el derecho. Se le juzgó, se le aplicó una pena y la ha cumplido. Si queremos que respeten la ley, nosotros mismos debemos ser escrupulosos con la ley. Debe salir, aunque nadie lo quiera de vecino.
 
Aunque lluevan lágrimas.

Texto: Marga Alconchel
 

viernes, 18 de julio de 2008

Macho por pegar, macho por no pegar

Los medios están llenos de agresiones machistas. Se publican declaraciones solemnes de expertos que aseguran que ellas se enamoran de quien no deben, como si fuera una estupidez que sólo sufren las mujeres, sentimentaloides suicidas que deberían hacer un test antes de saludar al que les acompaña tomando una copa. Se proclaman leyes, se decretan órdenes de alejamiento, pulseras chillonas… todo para después de la violencia. Educar en el respeto está muy bien para el futuro, pero en el presente tenemos más de una muerte por semana, no podemos esperar. Para detener esta carnicería hay que actuar antes de la agresión.

El ser humano es social por naturaleza. El varón sigue sintiendo necesidad de formar parte de un grupo: de cazadores de mamuts, de jugadores de fútbol, de lo que sea. Sin embargo, la mujer sigue viviendo sola. La maternidad y el cuidado de los hijos la han mantenido siempre aislada en casa, y al ser considerada no productiva sino reproductiva (la supervivencia de la especie, nada menos), no se la valora. Ya está incorporada al mundo laboral, pero con más problemas que ventajas. 


Los motivos por los que un hombre ataca a una mujer suelen salir de un gran cajón donde se amontonan frustración, inmadurez emocional, inseguridad, coleccion de fracasos vitales, celos, problemas en el trabajo, bebida por inadaptación social…Y ataca a quien tiene más cerca, su mujer. A la que considera su propiedad ya que él le da de comer. Su agresión tiene una voluntad de autoafirmación, de demostrar que sigue siendo válido para formar parte del grupo. Por eso después de la agresión aluden de una forma obtusa a un ataque verbal de ella (“¡yo soy un hombre, qué se ha creído!”) o que lo había abandonado (cómo puede irse algo que es mío?) o lo más alienante, que él se ha quedado sin trabajo y “¿qué harán ella y los niños?”, así que masacre y nadie sufrirá en el futuro.

Es una forma de gritar a los demás hombres que es un gran macho de la manada, que no lo dejen solo. Y ahí está la clave para detener esta sangría en tiempo presente, hasta que las generaciones bien educadas lleguen a adultas. Que los demás varones no acepten este comportamiento. No se trata del gesto del anuncio de mirar al agresor y soltarle “si pegas a una mujer tú no eres hombre”. Están usando el mismo argumento del agresor: la testosterona como medida. Ser macho por pegar o ser macho por no pegar.

La clave está en que los varones no agresivos (que afortunadamente son millones) entiendan qué es ser persona por encima de tanto ruido. Y que no consientan ningún otro comportamiento. Un comentario grosero puede ser una broma maloliente, pero si se va repitiendo ya no es una broma, es un síntoma. Un correo electrónico con unos genitales abiertos y chorreantes puede ser de mal gusto. Docenas de correos en la misma línea indican ya una característica de carácter. Es una forma más de deshumanizar, de cosificar a la mujer: no es un ser humano, no es de la manada, es un trozo de carne a disposición, esas fotos son un “juguete” que el macho comparte con sus compañeros de grupo.

Los varones no agresivos tendrían que rechazar esa actitud y dejarle claro al que la ejecuta que no es aceptado. Pero no lo hacen. No por que compartan la agresividad, sino porque no la ven. El menosprecio hacia la mujer como ser inferior está extendido desde siempre como un olor, como un telón de fondo que a fuerza de estar siempre ahí nadie lo ve. Y la solidaridad de género los lleva a sentirse más cerca de quien exhibe testosterona que de quien es diana de esa testosterona. No son agresivos, pero tampoco se van a enzarzar en una discusión por esa tontería… No les gusta, pero tampoco es para ponerse así… y con esa actitud los comportamientos se eternizan y a la mínima que la presión lleva a la frustración surge la violencia como liberación.

Señores no agresivos, imaginaros el cuadro: una mujer de vuestro despacho tiene todas sus carpetas cubiertas de fotografías de falos y pectorales de concurso, pone más fotos en las paredes del despacho que comparte con vosotros, sólo comenta medidas de penes y número de veces de sexos, que mira a cualquier hombre con el que se cruce de abajo a arriba y lo tasa, que siempre hace el mismo tipo de comentarios entre risotadas, que os envía siempre fotografías húmedas de muchos centímetros que define como “artísticas”, que comenta siempre los muchos machos con los que se acuesta y que sólo valen lo que dura dura... Cansa, verdad?

Pues nosotras lo aguantamos toda la vida.

En vuestras manos está que el presente cambie.

Texto y fotos: Marga Alconchel

miércoles, 9 de julio de 2008

A 600 kilómetros de otro idioma

Gente que no suele salir de su pueblo mental despotrica sobre cómo hablan los que no son de su grey. Y asegura que está amenazado de muerte un idioma que hablan 400 millones de personas, que utilizan 100 millones de internautas y que tiene escritores de valor universal en sus filas desde hace siglos. Cuatrocientos millones de personas que hablan castellano y cientos de idiomas más, están seriamente amenazados por siete millones de personas bilingües que lo hablan y también se expresan en catalán. Porque todos los que vivimos en esta esquina de la península hablamos como mínimo dos idiomas. Lo que también implica que tenemos dos culturas, y ese es el déficit que más se les descubre a los que gritan desde su pueblo.

Y desde el púlpito insisten en que hay familias que no pueden educar a sus hijos como quieren. Sí que las hay, millones. Millones de familias pobres que quisieran tener acceso a una educación que no pueden pagar. Y algunas familias que quieren tener en la escuela pública enseñanza a la carta. Se insiste a gritos sobre el idioma castellano. A gritos porque están a 600 kilómetros de esta realidad, y creen que así se les oirá. Ninguno de los que están aquí comentan esas tonterías, porque aquí aprende y habla castellano hasta el que no quiere. Está en la calle, en la literatura, en los kioscos, en las terrazas, en los carteles, en todo. En todo. Y a nadie le molesta, porque también es nuestro idioma y nuestra cultura. A nadie le puede molestar realmente porque las oleadas inmigrantes que ha ido recibiendo Catalunya la han convertido, literalmente, en una sociedad multicultural sin aspavientos. Esos gritos aquí sólo son ruido de algunos que andan a 600 kilómetros de cualquier vida.

Sin embargo, cuando hablas con la gente de a pie de esos lugares, no solamente no sienten rechazo por los catalanes y el catalán, sino que sienten la curiosidad intelectual de averiguar cosas de esa cultura. Quieren saber cómo se dice esto o aquello, e incluso se sorprenden divertidos al enterarse de que algunos conceptos y algunas palabras de su castellano idioma, son absolutamente catalanes: peseta es una palabra catalana (peçeta) que significa “pieza pequeña” y se nombro así una moneda que era fracción del duro que reinaba entonces. Decisión del Ministro de Finanzas, catalán para más señas. Porque los idiomas son las herramientas vivas que tienen las personas vivas para comunicarse, y se influyen entre sí y se enriquecen.

Que no fabriquen problemas donde no existen, que no hagan ruido para llamar la atención. Quien quiera una educación monolinguística tendrá que irse a una zona monolinguística o pagar una educación privada, a la que tienen derecho y para la que tienen opciones. Los demás vivimos en sociedades abiertas con varios idiomas, varias costumbres, varias culturas… sociedades dinámicas, que naturalmente también tienen sus incidencias, sus injusticias y sus mecanismos de corrección. Todo lo que nos amplía nos hace crecer.

Todo lo que nos incomunica es lo que nos está matando.

Texto: Marga Alconchel
Fotos: Marga Alconchel y publicidad