sábado, 30 de junio de 2018

El país de los espíritus


Haití es una tierra rica y empobrecida, confinada a la mitad de una isla que llamaron La Española (la otra mitad es la República Dominicana) llena de historias entreveradas entre raíces africanas, isleñas taínas y europeas. De un presente trufado de sueños y de supervivencia, de deidades, espíritus y ritos que se pierden en la noche de los tiempos.

Es un país que queda expuesto en la obra El País de los Espíritus, una obra de Miguel Ruiz Montañez. Viajero impenitente, conoce la isla y su idiosincrasia, y ha escrito una obra de ficción con la idea de que la gente se apasione por el día a día del país, por sus costumbres y por sus contradicciones, que quiera conocerlo para disfrutarlo y también, ayudarlo a desarrollarse.

La obra discurre entre un asesinato que obliga a huir de la isla a unos adolescentes, un hombre en coma por un conjuro vudú, una vuelta a los orígenes, luces y sombras de la historia familiar en un país devastado por un estado fallido y la visita cíclica de los huracanes.

Narrada con un estilo ágil, trufada de términos creóles y franceses, va recorriendo los paisajes y los personajes de un presente difícil, de unas situaciones de supervivencia que ya se han hecho cotidianas, de la contradicción de sus inmensas barriadas de barracas y sus zonas de casas coloniales. Por sus páginas también pasa un huracán que devasta la precariedad de las viviendas, una sociedad secreta de bokors (brujos malignos), y mucha, mucha solidaridad.


Ruiz, nacido en Málaga, es ingeniero, licenciado en ciencias económicas y ha ejercido de profesor, ha trabajado en París, México, Buenos Aires, Shanghai, Sudáfrica y New York. Con respecto a la novela, comentó: “He querido hacer una novela que atrape al lector y no le deje respirar hasta la última página, para explicarle el desarrollo histórico, cultural y social de un país tan interesante y desconocido. Haití es una isla quimérica poblada de espíritus”.

El vudú está presente en todas las páginas de la novela, porque el autor declaró que quería “desmitificarlo, porque tiene poco que ver con la magia negra”. En cuanto a la situación social, el autor comentó que quería hacer “un retrato crítico, descarnado, muy reflexivo sobre la inestabilidad del país”. Y sobre las grandes protagonistas femeninas de la obra, es su particular “homenaje a la mujer haitiana, que saca adelante la familia y el país, y está trufada de magia, santería y vudú, pero que no cae en el pesimismo”.
Petionville

En una entrevista para el Diario de Sevilla, comentó “Para documentar esta novela tuve un par de entrevistas muy reveladoras con Max Beauvoir, el jefe supremo de la religión vudú. Y participé en varios rituales, aunque la experiencia que más me impactó me ocurrió con un hechicero al que me presentaron. Pensé que iba a hacer alguna invocación extraña, pero sólo puso su mano sobre mi cabeza y dijo: “Es usted un hombre muy, muy rico. Tiene muchos coches, coches grandes, azules y muy lujosos”. Nadie sabía que yo soy el director de la Empresa Malagueña de Transportes, responsable de la flota de autobuses de la ciudad”. 

Ruiz Montañez dedicó cinco años a documentarse y preparar la obra. Es profesor asociado en la Universidad de Santo Domingo, por lo que viaja frecuentemente a Santo Domingo, la otra parte de la isla, y mantiene fuertes vínculos con los dos lados. Trabaja en varios proyectos para Haití a través del Instituto de Cooperación para el Desarrollo Sostenible, e Ingenieros sin Fronteras.

Un detalle no pequeño: el libro fue presentado en 2010 y el autor declaró que parte de lo que se recaude con su venta se dedicaría a proyectos de educación de niños huérfanos de la isla.


sábado, 23 de junio de 2018

LQR, la propaganda de cada día


LQR La propaganda de cada día, es el título de un pequeño ensayo de 130 páginas escrito por Eric Hazan. El propio autor explica que LQR significa Linguae Quintae Respublicae, la lengua de la quinta república francesa. Que sea una frase en latín responde a la antigüedad del lenguaje como instrumento manipulador, de usar determinadas palabras como armas para vencer al que escucha. Y ya lo hacían los romanos.
Un pensamiento atribuido a Gandhi asegura: “Vigila tus pensamientos, porque se convierten en palabras. Vigila tus palabras, porque se convierten en actos. Vigila tus actos, porque se convierten en hábitos. Vigila tus hábitos, porque se convierten en carácter. Vigila tu carácter, porque se convierte en tu destino”.

Las palabras son la forma de verbalizar pensamientos, conocimientos, proyectos. También son la forma para explicar lo que hay en el mundo, lo que sucede. Tienen el poder absoluto de cambiar la percepción de la realidad, de conducir el pensamiento (y el comportamiento) de las gentes en la dirección que quieran.  Y los que se dedican a la cosa pública lo saben y lo usan.


Hazan basa la mayoría de su ensayo en el mundo francés, pero ya comenta que es extrapolable a todo el mundo occidental. Los grandes conceptos (ya no hay pobres, sino gentes de condición modesta) aplacan a los desahuciados por el sistema (un rico abogado de origen modesto…). Se desactivan las grandes manifestaciones reclamando mejoras, porque parece que con un poco de esfuerzo y otro poco de suerte, cualquiera de condición modesta puede llegar a ser rico.

El uso perverso del lenguaje es tan antiguo como el lenguaje en sí. Todavía resuenan en las cavernas de Europa el exterminio explicado como “solución final” y los términos que usó la propaganda nazi en sus grandes campañas comunicadoras. En ese mismo malabarismo verbal, el capitalismo descontrolado ya no destruye empresas por reestructuración, fusión o absorción, sino que las integra. Ya no ejerce colonialismo sobre países del tercer mundo, sino que colabora con economías emergentes.
Se juega con conceptos de sicología, de sociología, de salud, se les adorna, se les gira y se les expone como verdades sólidas y además, como la única verdad que han de consumir las personas informadas, ya que todo lo demás es obsoleto o fantasioso. Con lo que establecen una nueva categoría social: los informados frente a los ignorantes, palabra que debe ser sobreentendida pero no emplearse nunca para no ofender al posible votante. Debe deducirlo él mismo.   
Son juegos verbales, eufemismos, construcciones para disimular y conducir el pensamiento de la gente hacia los páramos donde quieren que descanse en paz. Porque si el lenguaje no expresa nada doliente, agresivo o combativo, no hay causa para que las gentes emprendan una acción en contra. Y todo el sistema sigue funcionando en su propia paz.

No son conceptos conspiranoicos ni nuevas versiones de la famosa obra El Gran Hermano. Son hechos tan antiguos como la comunicación, como los juegos de poder, tienen su origen en las primeras comunidades humanas. La diferencia es que ahora el mundo es mucho más intrincado y se usan juguetes mucho más complejos.

El autor conoce el tema de la comunicación desde la cuna. Nacido en París de  madre palestina y padre judío nacido en Egipto. Se implicó con el FLN en la guerra de Argelia, fue cirujano cardiovascular, fundó la Asociación Médica Francopalestina, fue médico en la guerra, fue director de la editorial Hazan (dedicada a libros de arte) creada por su padre. Después crea la editorial La Fabrique y empieza a escribir ensayos y a traducir otros autores.

Eric Hazan sintetiza el contenido de su libro en la contraportada: “Cada día hay cientos de mensajes en una lengua nueva. La que surge del Nuevo Orden, de Bruselas y de los laboratorios de ideas liberales. Con ella se intenta dar un barniz de respetabilidad al racismo ordinario, asegurar la apatía siempre que el orden liberal no se vea amenazado. Es un arma postmoderna, en la que ya no es cuestión de ganar la guerra civil, sino de escamotear el conflicto, de volverlo invisible e inaudible. La LQR consigue extenderse sin que prácticamente nadie parezca darse cuenta de esta nueva versión de la banalidad del mal.”


domingo, 3 de junio de 2018

Riesgo calculado


Khaterine Neville escribió en 1992 un libro sobre la banca: Riesgo calculado. Y sabía de que hablaba: antes de dedicarse en exclusiva a la literatura había sido vicepresidenta del Banco de América y asesora técnica de instalaciones informáticas tanto para el gobierno como para IBM, la Bolsa de New York y Deutsche Bundesbank.

Con esos conocimientos reales, Neville montó un relato en el que una especialista en instalaciones informáticas planea el gran robo del banco no para quedarse el capital, que devolvería, sino para demostrarles que sus sistemas de seguridad están obsoletos y ella puede mejorarlos. En el fondo, busca un ascenso.
En paralelo, el otro protagonista, un conocedor de los sistemas más veterano que ella y que la embarca en una apuesta por ver quién consigue una cantidad determinada de dinero robado a los bancos, cada uno desde un punto distinto.

Lo que plantea el argumento es que la todopoderosa banca también tiene sus puntos flacos, que no es ni limpia, ni honesta ni transparente, que es imprescindible en el mundo de hoy, pero que por la misma causa, domina en la sombra con mucho más poder del que parece. Además, clubes de ultrapoderosos que quieren el poder absoluto, especialistas informáticos mal pagados, ordenadores con inteligencia artificial mucho más poderosos de lo que parece, sistemas de seguridad vulnerables…
La  novela pasea por todas las circunstancias posibles, desde las guerras de poder en las empresas, el poder indecente de los que tienen todos los resortes, las claves para fabricar dinero prácticamente de la nada, la creación de un paraíso fiscal a partir de crear un país nuevo… En cuanto a los personajes, los dos protagonistas principales, Verity Banks y Zoltan Tor, con su fuerza y sus miserias a cuestas (y la evidente tensión sexual que ya se sabe cómo terminará) están perfilados, identificables. Los secundarios quedan un tanto grises salvo Lelia, anciana, millonaria venida a menos y con más vida y recursos de los que parecería.
Nathan Rotshchild
Jacob Rotshchild
La intriga bancaria, eje de la novela, sirve a la autora como excusa para intercalar los principios de la banca y la historia de los Rothschild, colocada como flashes, quizás con la intención moralista de avisar que la banca nunca fue un negocio limpio y que cualquier banquero, por muy noble que parezca, no es más que un negociante que busca sacar el mejor beneficio.

En su biografía consta que Khaterine Neville nació en Sant Louis (EE.UU) el 4 de abril de 1945. Máster en Administración y Dirección de empresas, máster en Literatura Africana, modelo, pintora y fotógrafa comercial. Trabajó en el mundo de los transportes y en el de la energía. Ha vivido en seis países distintos y una vez alcanzada la fama, ha dado conferencias por todo el mundo. Forma parte del staff directivo de El Museo Nacional del Indio Americano, el Museo Nacional de Arte Americano, Fundación Thomas Jefferson y Poplart Forest.

Como escritora, empezó con relatos a los cuatro años, pasó por la poesía en la adolescencia y después la novela. De géneros: histórico, esotérico e intriga policíaca, todos entreverados. Su segunda novela, El Ocho, y la tercera, El Círculo Mágico, consiguieron gran éxito y arrastraron a primer plano a la que había sido la primera, Riesgo calculado. En lo privado, lleva más de veinte años casada con Karl Pribram, investigador científico famoso por sus avances en neurociencia.  
Riesgo Calculado es una novela interesante, un poco densa en las explicaciones bancarias, aventurera en las maneras de conseguir los objetivos de los protagonistas y con un final abierto hacia nuevas apuestas.

La idea que queda después de cerrar el libro es que el ciudadano de a pie está completamente a merced de un sistema todopoderoso de dinero del que no puede escapar. Sólo queda la vigilancia constante para que no nos estafen más de lo tolerable. Ya lo dijo Andreotti: El poder sólo desgasta a quien no lo tiene.