lunes, 29 de mayo de 2017

Neda el Món- Nada el mundo – Swim the world

Día 28, el último domingo de mayo, con más calor del que correspondería por la fecha y un banco de niebla sobre la costa, Barcelona se citó en la playa para nadar un rato. Era la Séptima cita, organizado por Neda el Món (Nada el mundo), una organización que promueve la natación por el placer de nadar. La publicidad anunciaba el reclamo de ver la línea de la ciudad desde el mar, desde las boyas puestas en el agua como punto de encuentro.

La playa escogida, Mar Bella, se abre frente a la parte más nueva del skyline de la ciudad, donde los grandes edificios se estiran hacia el cielo sin llegar a ocultar la multitud de edificios de altura modesta que se desparraman hacia las pequeñas colinas del fondo.  

La playa tenía los primeros visitantes del verano. Toallas de playa, cubitos de arena, niños construyendo su futura mansión, gentes con redes de voleibol, tenis playa, corredores tranquilos de calzado y auriculares, familias charlando a la luz difusa de la niebla. Bañadores y bikinis compartiendo espacio con camisetas y pantalón corto, que el verano aún no ha nacido.

En la orilla, bajo los arcos inflables de la organización, nadadores preparados para partir en varias “oleadas”. Voces por megafonía, bañadores y gorros numerados a la espera, mirando a los que entraban en el agua. Vigilantes en ágiles piraguas que controlaban la seguridad y la organización. Las grandes boyas amarilla y naranja que marcaban las dos distancias.
 













Al lado, el restaurante que nació como silueta de submarino, que pasó por chiringuito de nivel y que ahora está en la moda de las tumbonas y el ambiente de relax frente al Mediterráneo eterno.

El paseo de la playa se eleva en un puente justo frente a este punto, y cientos de personas paseaban, miraban, fotografiaban, cruzaban la arena para llegar al restaurante, seguían ruta hacia la llamativa pérgola fotovoltaica del Forum.

Barcelona aprovecha los domingos para llegar a la playa, para no olvidar, con el trajín de la semana laboral, que siempre ha tenido corazón mediterráneo.


La próxima cita de Neda el Món será el 17 de Junio en Sa Dragonera (Mallorca). Web de los organizadores: https://www.nedaelmon.com/es



domingo, 14 de mayo de 2017

El encanto de los fotolibros

El poeta Stéphane Mallarmé decía que “todo existe para acabar en un libro”. El Fenómeno Fotolibro (Photobook) es el tema que llena el espacio de Foto Colectania, la fundación dedicada, desde 2002, a difundir la fotografía y su coleccionismo a través de exposiciones (fijas e itinerantes) y toda clase de actividades vinculadas. Es la primera exposición en la nueva sede de Colectania, ampliada y completada en las salas del CCCB.

Foto Colectania comenzó en la calle Julián Romea, 6 del barrio de Sant Gervasi de Barcelona, una sede más pequeña que la actual, aunque con su personalidad ya definida en la forma de exponer las obras y el uso del espacio. Nació, según sus propias palabras, “con el objetivo de difundir la fotografía en el ámbito social, artístico y educativo”. En marzo de 2017 se trasladó al emplazamiento actual, el Paseo Picasso, 14 de Barcelona, frente al parque de la Ciutadella.

Esta nueva sede ocupa el espacio rehabilitado de la antigua Comercial de Guarnicionera, una tienda de cuatro metros de altura dedicada a material para los trabajos de guarnición ecuestre y para bolsos, maletas y toda clase de útiles. Sus hermosas vitrinas de madera ahora albergan los cientos de libros de su biblioteca, todos alrededor de la fotografía, la imagen, su impacto social, sus herramientas, sus autores, sus portfolios. El fondo de la fundación se completa con 2.500 fotografías desde los años 50, de más de 60 autores mayoritariamente portugueses y españoles y el Archivo Paco Gómez, entregado por su familia en 2001 y compuesto por más de 24.000 negativos y 1.000 copias de autor.  
Gerry Badger dijo que “el libro es el lugar natural de la fotografía”. Con esa premisa, las grandes paredes y las finas columnas del local van paseando por los primeros fotolibros, los grandes autores, los motivos y las imágenes icónicas que transmiten todo un tratado sin palabras. El espacio permite la contemplación calmada, y en cada una de las inmensas paredes, además de fotografía se exhiben videos en los que unas manos pasan todas las páginas del libro.


Tres inmensas paredes acogen la mayoría de las imágenes de esta exposición. Una para las obras y las colecciones de Manuel Álvarez Bravo (1902-2002). Un cartel informa que “fue propietario de un mundo propio y complejo, formado por imágenes, las colecciones que formó, las fotos de otros que admiró, los objetos que reunió a lo largo de su vida”. De la fotografía dijo: “Toda fotografía expresa parcialmente, es como una frase; cuando esta frase se une a otras adquiere otra dimensión, alcanza un sentido y encuentra la expresión completa en la exhibición y en el fotolibro”.

Otra para Gabriel Cualladó (1925-2003), que se aficionó a la fotografía cuando tenía 30 años, y según sus palabras, hacía fotos “con la cámara y el corazón”. Buscaba reflejar las emociones humanas, quedó marcado por el humanismo y por las antologías de Otto Steinert, por la libertad de William Klein, por el orden de Henri Cartier-Bresson y por “la agilidad, el misterio, el genio, la tristeza y el extraño sigilo de una sombra” de Robert Frank. Su biblioteca personal (que es un museo en sí misma) posee material propio y de otros, sobre todo fotolibros (a los que llamaba ensayos fotográficos) entre los años 50 y 90 del siglo XX.


Henri Cartier-Bresson (1908-2004) ocupa otra pared con sus momentos únicos. Dijo “Cuanto sé de fotografía lo aprendí pintando en el taller de André Lothe, leyendo a Stendhal, el diario Le Monde, aprovechando las críticas de mis camaradas”. El cartel que acompaña sus imágenes habla de sus influencias y de los libros que compondrían su biblioteca ideal, que estaría llena de pinturas, pero no de fotos, porque “Cartier-Bresson sabía hacer casi a la perfección su trabajo fotográfico sin tener que pensar en él”.

Parte de la exposición se exhibe en el Centro de Cultura Contemporánea de Barcelona (CCCB): La exposición reivindica el valor del fotolibro en la cultura visual contemporánea y propone una reinterpretación de la historia de la fotografía a través del fotolibro y de la fotografía impresa. Nueve comisarios, figuras clave del movimiento del fotolibro, comparten sus respectivas visiones en una exposición coral en el CCCB y en la Fundación Foto Colectania”. http://www.cccb.org/es/exposiciones/ficha/fenomeno-fotolibro/225004

Para la difusión de la fotografía, Colectania  define un lema anual, alrededor del que presenta exposiciones y múltiples actividades paralelas. El tema de 2017 es Photobook In Print/On line, para el que ha convocado un primer evento: El Photobook Club Online se presenta como un nuevo nodo en la red internacional que convoca a los diferentes photobook clubs de todo el mundo a participar en la primera sesión en Internet. En este primer encuentro, el 17 de mayo de 19 a 21 h., los participantes propondrán y explicarán un libro de fotografía que les represente de alguna manera, además de introducir brevemente la dinámica y trayectoria de su organización”. Actividad en Foto Colectania y retransmitida por streaming en inglés. http://www.fotocolectania.org/es/activity/169/primer-encuentro-online-de-photobook-clubs-internacionales


La exposición Fotolibro permanecerá en las sede de Foto Colectania y en el CCCB hasta el 25 de junio de 2017. http://www.fotocolectania.org/es/exhibition


lunes, 8 de mayo de 2017

Los tejados de Justo y Pastor

Las viejas ciudades acumulan historias, edificios, restos arqueológicos... y también rincones especiales que pasan desapercibidos en la vorágine de todo lo que hay que ver.

 Barcelona tiene un Barrio Gótico, y en él, apretujada entre las mini-calles que protegían las viejas murallas, hay una basílica que se mantiene discretamente en pie, sin estridencias, dedicada al culto cristiano ininterrumpidamente desde el siglo IV. Fue vendida por los Limosneros de Mir en 985 y transformada en iglesia gótica en 1342, en unas obras que se alargaron hasta 1574. Es la Basílica dedicada a los mártires Santos Justo y Pastor


Fue el último gran templo gótico construido en la ciudad, levantado sobre los restos de una iglesia románica. Una vez terminado, alzaba al cielo su nave central de cinco tramos, su ábside poligonal y las seis capillas rectangulares instaladas entre los contrafuertes de cada lado.

Hoy su puerta se abre en una minúscula plaza, de la que salen calles en las que casi no cabe un coche, donde comparte espacio con terrazas de bar, tiendas de suministros, balcones con macetas y ropas tendidas, en ese mundo abigarrado que es el Barri Gótic, creado cuando las murallas protegían y asfixiaban el espacio.

Los siglos y los vaivenes históricos han ido añadiendo y quitando, consiguiendo un lugar único, lleno de detalles, sereno y calmado en medio de la vorágine de un barrio intensamente turístico. Las guías hablan de sus restos visigóticos, de su órgano de tres niveles y 1.885 tubos. De su espléndido retablo de la Pasión pintado por Pere Nunyes entre 1528 y 1530. Incluso de la imagen de la Virgen de la Candelaria, patrona de Canarias y donada por la Casa Canaria en Catalunya.


Pero la visita guarda un lugar con vistas. En un rincón estrecho y discreto se abre una escalera de caracol que llega, esforzadamente, hasta el campanario, hasta el cielo de los tejados que la rodean.

Como corresponde, la escalera es estrecha y empinada. Algunas veces parece hecha para agobiar al que intente seguir ascendiendo, y siempre hace pensar en la talla física de las personas que la construyeron y que la usaban, seguramente mucho más pequeños que la media actual. 

El camino hacia el campanario pasa por una terraza intermedia a la que se abren las vidrieras del edificio, mostrando un trabajo artesano minucioso que unió los cristales de colores entre venas de plomo fundido. La dilatación del calor y la contracción del frío quedaban absorbidas por el plomo y el vidrio sobrevivía a todas las estaciones.

 
 Los escalones desgastados dan fe de las muchas suelas que los han usado. Al alcanzar la terraza del campanario se abre el cielo, sonríe la cruz lobulada y los tejados del barrio entero muestran sus lomos hasta donde alcanza la vista. Los turistas alemanes que se han atrevido a subir respiran hondo después de algunos tramos en que han tenido que subir de lado, literalmente. A fin de cuentas, los caminos fáciles no suelen llevar a sitios interesantes.
La basílica está tan encajonada entre las casas que los tejados casi se tocan, por las ventanas se ve la vida del barrio y los terrados de los edificios muestran ropas tendidas y armarios de ascensores, los elementos que recuerdan que estas piedras de miles de años están mirando al siglo XXI. 

Toda Barcelona se desparrama por los alrededores, muestra sus altas intimidades, sus alturas, su mar, siempre acariciando las playas y sus montañas, modestas, siempre dejando que se le suban a las laderas. Sus entramados de calles, sus barrios diferentes y diferenciados.  

Es un rincón de una ciudad milenaria que, sin dejar de actualizarse (con mayor o menor acierto), sigue mostrando su pasado, sus edificios, sus rincones, sus piedras vivas.


Web de la basílica: http://basilicasantjust.cat/

domingo, 7 de mayo de 2017

El desorden no sostenible

Disorder (Desorden) es la representación gráfica del caos, del fracaso de objetivos, metas y estados.  Es el fracaso de los Estados como nación de gentes, el malestar social de los colectivos con demasiados problemas, los efectos irrecuperables del cambio climático y los actos de quienes lo niegan, las catástrofes naturales inducidasHa sido el tema del premio Pictet que se expone estos días en Barcelona.

Kofi Annan dijo: “Nuestra época se define por el desorden. Nuestro dominio de numerosos aspectos de la vida nos ha llevado a creer erróneamente que hemos sometido el planeta a nuestra voluntad. Sin embargo, la fragilidad de este postulado queda al descubierto cada vez que se produce una pandemia, un terremoto, un tsunami o una sequía. Cada día que pasa, el espejismo del orden salta hecho añicos”.

El premio Prix Pictet busca conseguir que el mundo preste atención a la sostenibilidad a través del impacto de la fotografía en todos sus géneros. Varios de sus mejores autores exponen las obras presentadas al premio 2015 en el Palau Robert de Barcelona.

Las fotografías expuestas, impecables, pictóricas, detallistas, ponen ante los ojos el desorden del mundo en el sentido de lo que está mal, lo que no puede acabar bien, las consecuencias de los actos hechos sin pensar, de las acciones del hombre que sólo calcula el beneficio (o la venganza) en el minuto presente, como si no afectara al día de mañana, como si los culpables fueran siempre impunes, como si las víctimas tuvieran que dar las gracias por seguir vivos.

Son fotografías de todas las partes del mundo, de conflictos, de desastres o de detalles. Son los desórdenes del mundo, el caos que va comiéndose el presente y carcomiendo el pasado.

Sophie Ristelhueber (http://www.sophie-ristelhueber.fr/ ) presenta su serie Once Explosiones, dedicada a las explosiones que dejan cráteres (“tumbas”) en los suelos de Irak varias veces al día. En sus comentarios relaciona estos cráteres con la situación en los diversos lugares de guerra que ha visitado, desde Turkmenistán a Siria, Cisjordania o Irak.


 










Alixandra Fazzina (http://noorimages.com/photographer/fazzina/ ) nacida en Inglaterra, presenta su serie Un millón de chelines, ambientada en el cuerno de África, la guerra, el caos, la violencia, la pobreza, la vida destrozada de la gente que no tiene nada más que minutos de presente. Solo el mar es una vía de escape posible, con más riesgos que certezas. Sus fotos narran el viaje de los desesperados en manos de traficantes hasta los puertos de Somalia. El viaje cuesta 50 dólares, un millón de chelines somalíes.

Gideon Mendel (http://gideonmendel.com/ ) nacido en Sudáfrica, colaborador de National Geographic, presenta sus fotografías bajo el título Un Mundo inundado. Estudia y muestra los efectos del cambio climático desde una perspectiva cercana y comparativa, desde lo que representa una inundación en la India o en Inglaterra, una realidad y a la vez una metáfora de una fuerza arrolladora que entrelaza el destino de las personas entre la inevitabilidad y la solidaridad.

Maxim Dondyuk (http://maximdondyuk.com/ ) nacido en Ucrania, estudia el presente urbano en la serie Cultura de la confrontación. Ucrania, choques, cócteles molotov, manifestaciones a favor de la UE, lucha de las gentes por un futuro mejor. El fotógrafo comenta que “con mucha frecuencia perdí de vista la frontera entre realidad y ficción, me olvidé del espacio, del tiempo y de las causas”.  


















Brent Stirton (http://www.brentstirton.com/ ) nacido en Sudáfrica, ha llamado a su serie La profanación del paraíso. Considera que la naturaleza siempre está en orden, es el hombre el que impone desorden, muerte, caos. Los espacios salvajes del Congo, el primer parque nacional de África, también es el lugar de 11 grupos paramilitares, un ejército rebelde y el oficial congoleño. Y la casa de los orangutanes y rinocerontes.

Pieter Hugo (http://www.pieterhugo.com/ ), nacido en Sudáfrica, titula a su serie Error permanente. Ambientada en un vertedero tecnológico de Ghana, traslada la deshumanización, la desesperanza, la fragilidad, la supervivencia sin esperanza, el otro lado de nuestros aparatos tecnológicos.

La ganadora de esta exposición es Valerie Belin. (http://valeriebelin.com/ )Nació en Boulogne-Billancourt (Francia) en 1964. Ha llamado a su serie Naturaleza Muerta. Son conjuntos de objetos abigarrados con un sentido estético pictórico. No son objetos de gran valor económico o de gran belleza, son baratijas, objetos de usar y tirar, despilfarro de materias primas, vanidades, un consumismo que está exprimiendo y destruyendo al planeta sin prisa y sin pausa.

Valerie Belin












El premio

Prix Pictet es un premio fotográfico creado en Francia en 2008, de periodicidad anual y dotado con 100.000 francos suizos (92.000 €). Se le concede al fotógrafo que haya creado un relato como obra artística excepcional alrededor del tema del año. Detrás están el grupo financiero Pictet & Cie y el periódico Financial Times. Su temática es el desarrollo sostenible, y su presidente de honor, Kofi Annan, que fue secretario general de las naciones Unidas entre 1997 y 2006.

La participación no es libre. Varias personalidades seleccionadas en los campos de las Bellas Artes y los medios de comunicación de todo el mundo deciden el lema del año, que se da a conocer en el Encuentro Fotográfico de Arles, en el espacio de su teatro romano. Después seleccionan a los fotógrafos, a quienes invitan a participar presentando una serie de 10 fotografías. Se da a conocer el ganador a través del Financial Times. En el certamen de 2015, 260 nominadores propusieron más de 700 nombres, de los que quedaron 12 finalistas, de siete nacionalidades. La presentación de las obras se realizó en el Museo de Arte Moderno de París, donde se hizo público el nombre de la ganadora, Valèrie Belin. Con las obras premiadas y las seleccionadas se realiza una gira de exposiciones y se edita un libro.

Los temas escogidos desde el inicio han generado gran impacto: El agua en 2008, ganado por Benoit Aquin con su trabajo sobre la desertificación en China. La Tierra en 2009, ganado por Nadav Kander con su trabajo sobre el impacto generado en el campo y las gentes por los cambios en el curso del rio Yangtsé. En crecimiento, en 2011, premió la obra de Mitch Epstein sobre el caso de EEUU. El poder fue el tema de 2012, y Luc Delahay fue el ganador por su serie sobre el poder político y la fuerza de la naturaleza. El consumo fue abordado en 2014 y ganado por Michael Schmidt. El desorden fue el tema de 2015, y su ganadora fue Valèrie Belin. El premio de 2016 se dedicó al espacio.

Desde 2015 hay un premio específico para Japón. Una fuerte donación anónima impuso la creación de un premio específico que reconociera la participación de Japón como un centro de fotografía mundial. Un jurado independiente, presidido por Fumio Nanjo (director del Museo de Arte Mori), otorga un galardón independiente. Después de estudiar las obras japonesas presentadas a concurso desde su principio en 2008, otorgó el primer galardón a la fotógrafa Tomoko Kikuchi, por su serie El Rio, presentada en 2013, sobre la ingente transformación de las condiciones económicas, sociales y ambientales durante la construcción de la presa de las Tres Gargantas, en China.


La colección Disorder , con imágenes de Ilit Azoulay, Valèrie Belin, Matthew Brandt, Maxim Dondyuk, Alixandra Fazzina, Ori Gersht, John Gossage, Pieter Hugo, Gideon Mendel, Sophie Ristelhueber, Brent Stirton, y Yang Yongliang, está expuesta en el Palau Robert de Barcelona hasta el 28.05.2017. Entrada libre.