miércoles, 21 de marzo de 2018

El Jardín de las Hiedras, el indiano millonario y el refugio antiaéreo

Barcelona da la cara al mar en un amplísimo frente marítimo, pero su espalda se enfila por la sierra de Collserola. En una de sus colinas, el Turo de la María, en el barrio de Horta, hay un jardín público con nombre de literatura: El jardín de las Hiedras (El Jardí de les Heures), que rodea la Casa Gallart. Está cerca del camino que llevaba a la ermita de Sant Cebrià.

Son jardines de estilo renacentista, tranquilos, ordenados, geométricos. Con pequeños estanques lobulados, altísimos árboles, parterres. Con las bases de algunos árboles protegidas por piedras esféricas. Un rincón de paz que invita a seguir subiendo sus escaleras hasta llegar a las puertas del palacio, hoy convertido en Fundación Universitaria.

La historia del lugar comienza en el siglo XIX. Josep Gallart Forgas se trasladó a Ponce (Puerto Rico) para trabajar con su tío materno, Joan Forgas, en el sector azucarero. Era una época en que la esclavitud era completamente legal y considerada un negocio más. Forgas explotaba con mano de obra esclava la finca Hacienda la Reparada, de 422 hectáreas, de la que hizo copropietario a Gallart. Éste liberó a los esclavos con el convencimiento de que así serían más productivos.

En 1885 Forgas murió sin descendencia, quedando toda la propiedad en manos de Gallart. En Puerto Rico ya se desataban revueltas contra el colonialismo español, y Gallart decidió venderlo todo y volver a Barcelona. Buscando un lugar para establecerse se fijó en la masía de Can Duran, cerca de Barcelona, con excelentes vistas, propiedad de Jaume Martí Codolar, con una extensión de 30 hectáreas y dedicada al cultivo de la viña.
La adquirió en 1893 y un año después encargó la obra nueva al arquitecto August Font i Carreras, que había sido maestro de Gaudí y que delegó el diseño del jardín a Adrià Piera. Las obras tardaron cuatro años en construir un château en el lugar de la clásica masía.

Piera creó un espacio uniendo ideas francesas y renacentistas italianas. Estructurado en tres terrazas, la más alta rodea el propio palacio con parterres y unos volúmenes vegetales relativamente pequeños para no ocultar las vistas. Unas suntuosas escalinatas descienden a las dos terrazas inferiores, que desarrollan un gran valor paisajístico sin problemas de altura. Por los rincones van apareciendo fuentes, esculturas y bancos, grandes magnolios y castaños de la India.


El palacio, de cuatro plantas, tiene bellas vistas, sin embargo, queda protegido por toda esa frondosidad; desde la entrada apenas se le vislumbra entre las altas copas de las palmeras. Su imagen va creciendo a medida que se van recorriendo los jardines, hasta hacerse imponente en la terraza más alta.
El edificio rectangular tiene torres cilíndricas en las cuatro esquinas, rematadas por un negro tejado cónico y una linterna en su parte central. En la fachada, sobre la puerta, una gran hornacina alberga una escultura de Josep Campeny representando una mujer y un niño rodeados de hiedras, que da nombre a los jardines.

Josep Gallart Forgas falleció el 1 de julio de 1898, el mismo día que Puerto Rico declaró su independencia de España. La familia Gallart, residió en el palacio hasta la Guerra Civil, cuando lo abandonaron en dirección a Francia. Fue incautado por la Generalitat y en 1938 se instaló en ella el presidente Lluís Companys para protegerse de los bombardeos que arrasaban la ciudad de Barcelona.

El hijo del fundador de les Heures, Josep Gallart i Folch, muy molesto con la expropiación y el nuevo inquilino, entregó una fotografía aérea de la finca al general italiano Kindelan para que la bombardeara, pero éste se negó por las dificultades orográficas y la protección de las baterías antiaéreas del cercano monte Carmel.

No obstante, Companys hizo construir un refugio antiaéreo subterráneo con diversas entradas y estancias, una práctica habitual por si el impacto de las bombas hundía alguna parte de la estructura. Restaurado y visitable, tiene la entrada en el almacén subterráneo, un túnel de 40 m. de largo, 1,15 de ancho y 2,15 de altura. Destaca en su calidad técnica la existencia de un pozo de ventilación.

En 1939, acabada la contienda, Lluís Companys abandonó el edificio para salir del país como exiliado. Josep Gallart i Folch volvió a la que había sido su casa, donde permaneció hasta 1952, en que la vendió definitivamente, aunque no volvió a ser ocupada. La casa y los jardines sufrieron expolios (desaparecieron sus estatuas de mármol de Carrara)  y quedó en un estado de semi-ruina.

La finca había sido parcelada antes de la última venta. En 1958 la Diputación de Barcelona adquirió la casa y las seis hectáreas de terreno que la rodean. Tenía intención de derribar el edificio, pero las fuertes protestas vecinales obligaron a cambiar su destino por una restauración y la anexionó a los Hogares Mundet. En 1998 firmó un acuerdo con el Ayuntamiento cediéndole el uso de los jardines. Actualmente el palacio acoge la Fundación Universitaria Bosch i Gimpera, dedicada a estudios de investigación al servicio de las empresas.