sábado, 22 de enero de 2011

Un médico frente a un controlador aéreo

Después de haber escrito la nota anterior sobre los controladores he recibido esta carta, fechada cuando aún estaba caliente la huelga y firmada por un médico de Santa Cruz de Tenerife. Deberían tenerla los controladores en la cabecera de su cama:


JOSÉ MANUEL GONZÁLEZ-POSADA - Médico. Santa Cruz de Tenerife - 07/12/2010

Soy licenciado en Medicina y Cirugía tras seis años de estudios, especialista en Medicina Interna y en Nefrología tras otros ocho años y doctor en Medicina. Trabajo en un hospital público desde hace 25 años con enfermos trasplantados o con insuficiencia renal. He visto morir a pacientes bajo mi responsabilidad de todas las edades. Soy delegado sindical y sé lo que es tratar con la Administración. He visto en televisión cómo un representante de los controladores aéreos, hablaba de presión y estrés, llevándoles al límite: "Abandonar el puesto de trabajo alegando problemas de salud".
Espero que ninguno de los controladores o sus familiares acuda a un hospital y le digan que no le pueden atender porque casi todos los profesionales sanitarios están "enfermos". Podrán alegar que mi responsabilidad es distinta, y yo les diré por qué mi sueldo es muy inferior al suyo trabajando más de 2.100 horas al año. Por la crisis nos han bajado el sueldo y otras mejoras laborales, pero nunca, nunca, he pensado en abandonar mis obligaciones con los pacientes.

Les reto a que acudan a un hospital o al Centro de Salud y vean trabajar a médicos y enfermeros con pacientes graves. Que acudan a cualquier quirófano donde se está realizando un trasplante, o extrayendo un riñón a un donante sano que se lo dona a un familiar, y así un largo etcétera, para que vean lo que es el estrés. No hay nada más estresante que ver morir un paciente a pesar de los esfuerzos realizados o al niño que llora en manos del pediatra, y las veces que me acuerdo de mis pacientes y no duermo pensando si he hecho todo lo que debía...

Lo que han hecho tiene un nombre: falta de ética y profesionalidad.

Todo lo demás es demagogia.


Creo que no se puede decir más claro. La ética, el compromiso y el sentido del propio lugar en el mundo deberían formar parte de la educación de todos, y más cuanto más alto sea el sillón.

domingo, 16 de enero de 2011

Pijo-Controladores y AENA-especuladores

Cuando todo el mundo tenía los billetes a punto para celebrar el último gran puente laboral del año 2010, 400 controladores se ponen enfermos el mismo día y colapsan el tráfico aéreo de este país, y por un efecto dominó, de toda Europa. Lo que pasó después lo recordamos todos, con algunos matices y ángulos de opinión diferentes. Hay algunas cuestiones que dejan pensar que el tema es mucho más profundo, y que lo que se le oculta a la opinión pública es muchísimo más de lo que se le ha comunicado.

De entrada, conseguir que 400 controladores de toda España cojan la baja el mismo día, es una labor de zapa que no se hace en un día. Alguien hay detrás de ese trabajo, que ha guiado semejante desaguisado. Y creo que muchos controladores no eran conscientes realmente de la que estaban haciendo, creo que ingenuamente creían que el Estado y Aena se sentarían a negociar a la hora siguiente. Alguien les vendió un cuento de colores, y ese nombre no ha salido.

Que 400 controladores consigan la baja a la vez implica que algunos médicos tienen el boli suelto, o que alguien vendió una caja entera de talonarios de baja y se rellenaron todos el mismo día con la firma de algún médico amigo. Porque aunque todos presentaran síntomas, no es creíble que un amplio abanico de médicos “picaran” a la vez. Y todo el montaje dependía de que fueran todas las bajas el mismo día y todas médicas, para que no se les pudiera obligar a volver al trabajo bajo la presión de sanción alguna.

Cuando todo esto estaba a punto de empezar, el presidente del país tenía que acudir a una reunión en Iberoamérica; pero aludió “presencia imprescindible en el Parlamento” y en su lugar acudió el Rey. A la luz de las cosas que pasaron después, parece que el ejecutivo ya sabía la que venía, de la misma manera que se tenía preparado “por si acaso” el decreto de estado de alerta y a cientos de controladores militares con el neceser a punto.

Que el ejecutivo tuviera noticia de estas cosas y se preparase no me parece mal, es un ejercicio de control sobre un colectivo sobreprivilegiado que lleva mucho tiempo incordiando y que no es de fiar. Que el monarca también lo sabía y tenía el boli a punto cuando le llegó el decreto para que lo firmase, tampoco es un desatino, es agilidad política. Que los controladores se hicieran los víctimas, desacreditaran a los militares o mostraran cuadros de ansiedad porque les incomodaba la presencia de soldados en las torres me parece una muestra brutal de inmadurez emocional, y de falta total de coherencia en los actos. O de teatralidad consumada. Si han provocado esta situación, que asuman las consecuencias.

César, el único portavoz de todos, ha pedido disculpas varias veces y ha asegurado que esto no volverá a suceder. Y a renglón seguido deja el tema por olvidado y sigue con el discurso victimista y echándole las culpas sucesivamente al gobierno y a Aena porque les hace trabajar muchas horas. Pero no disculpa la chulería que tuvieron sus compañeros marchándose de las torres porque no querían estar controlados por militares (de ahí la acusación de sedición, que está penada con años de cárcel). Tampoco disculpa que sean el colectivo que más cobra de los controladores europeos y el que tiene la productividad más baja. No quieren hacer más horas extras, dicen que se pasan la vida trabajando y que es mucho estrés, que no ven a las familias (¡¡bienvenidos al mundo laboral normal!!) pero tampoco cumplen como para que no sea necesario hacerlas. Y Aena dice que con lo que cobran y lo poco que trabajan, sólo faltaría poner más nóminas.

Probablemente todos tienen una parte de razón, y todos aluden al daño hecho a los usuarios, pero es más un argumento literario que sentido. Porque la maldad, el dominó de aquellas 400 bajas, fueron vacaciones perdidas (que era lo más televisivo) pero también fueron trasplantes aplazados, trabajos perdidos por no presentarse, enlaces con otros vuelos perdidos, gente tirada en cualquier aeropuerto del mundo durmiendo en el suelo o sin lo mínimo, el espacio aéreo europeo y el americano (somos puente, estamos en medio) gravemente afectados… y la credibilidad de este país, en un momento grave de crisis económica y de movimientos financieros muy por encima de nuestras cabezas, bajo mínimos. Si no fuera porque fue real, parece un argumento de chirigota de carnaval. Y los controladores siguen diciendo que la culpa fue del lobo feroz.


Corren documentos por Internet de su comité de empresa que aseguran que detrás de todo esto hay una maniobra de Aena, que está endeudada hasta las cejas por obras de infraestructura y que sus deudores en cualquier momento pueden ejercer embargo sobre la red de aeropuertos españoles. Y eso se da porque la banca española vendió la deuda de Aena a la banca extrajera (una especulación habitual en el mundo de los tiburones Banca). Y naturalmente, ante un negocio así ya están a punto los especuladores norteamericanos y británicos. Y por supuesto, las firmas de consultores, asesores, analistas y cuanto buitre pueda dar el dinero ajeno, el que ponemos los contribuyentes, que también se va en pagar a los pijo-controladores. Ellos aseguran que ofrecieron rebajarse el sueldo un 25% (difícilmente creíble) y el gobierno asegura que la propuesta fue suya. Si nadie se ha quejado de semejante tajada a la nómina es porque de todas maneras, queda dinero de sobra cada mes.

Además de todo esto, si la credibilidad financiera de este país se hunde, los inversores se irán a otras tierras, y los titulares de esas otras tierras no dejan de vociferar interesadamente para que nadie crea que como país sobreviviremos a ésto.

Cuándo y cómo empezó todo este dominó? Pues con inversiones faraónicas y políticamente interesadas del gobierno aznarito (en la persona de Álvarez Cascos). Y los que siguieron no les hicieron ascos porque también se beneficiaban. Menos los ciudadanos, se beneficia todo el mundo. Además colean las titularidades de aeropuertos (con sus gastos y sus beneficios), los contratos de gestión, la privatización del servicio de controladores para que sean empresas que contraten y despidan según necesidades (los controladores son trabajadores del Estado, aunque no sean funcionarios)…

Ahora empieza el sainete de los juicios pendientes. Que si rechazan el tribunal porque como los militarizaron, quieren un tribunal militar. Que cuando ven las condenas que se les pueden echar, recuerdan que la ausencia fue antes de ser militarizados y aceptan tribunales civiles. Que el estado de alerta todavía está vigente y se les puede enviar a prisión, hay que perder el tiempo en aplazamientos tontos. Que no, que ya ha acabado y ahora ya están tranquilos para negociar… Se les olvida que es más fácil conservar la dignidad que recuperarla.

¿Se imaginan a qué precio podrían salir los vuelos si todo esto se limpiara de una vez y se llevara de una forma racional?

Texto: Marga Alconchel