domingo, 4 de junio de 2017

Miraestels - La magia de mirar al cielo

Una escultura blanca sobre el agua, junto al puente de Maremagnum en el puerto de Barcelona. Es un niño de 3,55 metros, con las manos a la espalda, y una estrella azul en una de ellas. Mira incansablemente al cielo desde 2005. Al cielo azul de día, al cielo lleno de puntos de luz de la noche sobre el mar. Otra escultura idéntica saluda a los barcos cerca de la bocana.

Miraestels (miraestrellas) es una obra de Robert Llimós, y el Museo Marítim le ha dedicado un espacio bajo sus arcos medievales, donde se puede ver de cerca la pureza de sus líneas, las formas sin un solo ángulo, las variaciones en otros tantos modelos en vitrinas. La gran estatua, el gran niño que mira al cielo, parece un poco más triste, lejos de los cielos marinos cuajados de estrellas. El propio Museo Marítimo le define un carácter “creativo, ecológico, romántico, respetuoso, mediterráneo y universal”

Robert Llimós es escultor, y pintor hijo de pintor, dedicado a plasmar lo que ve antes que lo que siente. De pequeño salía con su padre buscando el zeitgeist, el espíritu del tiempo, y sigue defendiendo un trabajo hecho a conciencia, con una seguridad de oficio antiguo. Ha dedicado Miraestels al poeta Joan Brossa y su obra El saltamartí (El tentetieso). 

Como anécdota, una de las esculturas se soltó de su anclaje submarino a finales de 2016 y se fue a mirar las barcas Golondrinas de cerca, donde fue captada por las barcazas del puerto y devuelta a su lugar. Llimós asegura que sus personajes flotantes miran al cielo “como pidiendo ayuda por un Mediterráneo contaminado”.

Marc

Llimós tiene una larga trayectoria, con exposiciones y reconocimiento internacional desde 1964. Realizó un mural para la familia March en su residencia de Cala Ratjada (Mallorca) y una escultura para los juegos olímpicos de Atlanta, Marc, dedicada a su hijo fallecido. Una copia de esa obra de vivos colores se colocó después en la Villa Olímpica de Barcelona

En paralelo a su faceta artística, un hecho marcó su vida y su trayectoria. En 2009 aseguró que había tenido un contacto extraterrestre en Brasil y que fue abducido durante más de dos horas. Desde ese momento su producción se centra en plasmar los seres con los que asegura que mantuvo contacto. Son obras que siguen su estilo, pese a no tener reconocimiento de la crítica.

Como el arte no está reñido con la ciencia, la estatua Miraestels se preparó para poder ser usada como baliza, recoger datos de contaminación, temperatura de las aguas, etc. Llimós comentó que “se trata de humanizar las boyas técnicas y aportarles belleza y un concepto lúdico”.  Fabricada en poliéster, también puede ser boya de señalización para bañistas, motos náuticas o canales de entrada para buques.

La fabricación corrió a cargo de la empresa Marina 92, heredera de la veterana Talleres Vulcano, aquella firma nacida en 1826 y en cuyos astilleros se construyó el primer barco de hierro con máquina de vapor de toda España, el Delfín (1836), y el primer submarino de España, el Ictíneo de Narcís Monturiol.  

Miraestels contempla los cielos también buscando respuesta a la pregunta eterna: ¿Estamos solos en el Universo? 

La exposición de la escultura y los bocetos estará abierta hasta el 24 de septiembre de 2017 en el vestíbulo del Museu Marítim de Barcelona. Entrada libre.