
Y desde el púlpito insisten en que hay familias que no pueden educar a sus hijos como quieren. Sí que las hay, millones. Millones de familias pobres que quisieran tener acceso a una educación que no pueden pagar. Y algunas familias que quieren tener en la escuela pública enseñanza a la carta. Se insiste a gritos sobre el idioma castellano. A gritos porque están a 600 kilómetros de esta realidad, y creen que así se les oirá. Ninguno de los que están aquí comentan esas tonterías, porque aquí aprende y habla castellano hasta el que no quiere. Está en la calle, en la literatura, en los kioscos, en las terrazas, en los carteles, en todo. En todo. Y a nadie le molesta, porque también es nuestro idioma y nuestra cultura. A nadie le puede molestar realmente porque las oleadas inmigrantes que ha ido recibiendo Catalunya la han convertido, literalmente, en una sociedad multicultural sin aspavientos. Esos gritos aquí sólo son ruido de algunos que andan a 600 kilómetros de cualquier vida.

Que no fabriquen problemas donde no existen, que no hagan ruido para llamar la atención. Quien quiera una educación monolinguística tendrá que irse a una zona monolinguística o pagar una educación privada, a la que tienen derecho y para la que tienen opciones. Los demás vivimos en sociedades abiertas con varios idiomas, varias costumbres, varias culturas… sociedades dinámicas, que naturalmente también tienen sus incidencias, sus injusticias y sus mecanismos de corrección. Todo lo que nos amplía nos hace crecer.
Todo lo que nos incomunica es lo que nos está matando.
Texto: Marga Alconchel
Fotos: Marga Alconchel y publicidad
No hay comentarios:
Publicar un comentario