
Y cientos de Personas Grandes, armadas de bastones, muletas, audífonos y distintas ortopedias que se presentaban a talleres, hacían deberes, aprendían coreografías y diálogos. Todos con la sonrisa puesta siempre, todos, todos, disfrutando de la compañía y los intríngulis de todos, mandándose mensajes a través del whatsapp (que lo carga el diablo) y negociando con hijos y nietos para el dia a dia.



Quim Cabanillas, bailarín, músico y tallerista encargado del espacio Ritme en el temps (Ritmo en el tiempo), se encargó de las músicas y los acordes mientras su hijo, un pitufo de un año, regateaba gateando entre las piernas de todos, perseguido por su madre, Isabel Ollé, bailarina como el padre.

Actuaron solistas cantando (en playback) piezas de siempre que todos conocían. Actuó Nuri leyendo la carta de una madre a su hijo ausente, contándole las cosas de la familia. Actuaron Nuri y Pepita como un par de vecinas que se encuentran raras si no les duele algo. Actuó un grupo improvisado de sardanas, se repartieron diplomas, aplausos, agradecimientos, fotos para los eventos, flashes, muchos flashes.
Se despejó el espacio, se colocaron mesas y
salió un pequeño aperitivo/picapica para reponer fuerzas después de las
actuaciones y del cansancio de tanto aplauso. Con brindis de cava, cerveza,
zumos y agua, todos se desearon feliz verano, quedaron para las clases sueltas
que quedaban pendientes y se intercambiaron móviles, whatsapp y direcciones
para mantener el contacto.
Porque el verano es largo, y la vida se vive en cada momento.
Porque el verano es largo, y la vida se vive en cada momento.
No hay comentarios:
Publicar un comentario