Barcelona vivía la emoción de preparar
los Juegos Olímpicos de 1992. Adecuaba espacios y construía infraestructuras, y
dentro de esa actualización, en 1989 remodeló el Moll de la Fusta, en el Port Vell (Puerto
Viejo).
Era un espacio idóneo para la
hostelería, la actividad que siempre ha sido rentable en la ciudad, una de las
cuestiones que valoran los turistas y los locales. La arquitectura de diseño
llenaba las calles, el ayuntamiento quería que Barcelona se gustase y gustase a
todos.

El restaurante era propiedad del
arquitecto Alfred Arribas, amigo
personal de Xavier Mariscal, a quien
encargó la decoración interior y el reclamo exterior. Mariscal estaba en la cresta de la ola después de su muñeco Cobi, emblema de las olimpiadas
barcelonesas.
El interior recordaba a un trasatlántico de los años 20, y en el
exterior instaló una monumental escultura con forma de gamba, pinzas de bogavante
y sonrisa de cómic. La escultura fue creada por el maestro fallero Manolo Martín, que tardó tres meses en
dar forma a una carcasa de hierro cubierta de porexpan y poliéster ignífugo,
pintada de color cobre. Con su sonrisa de lado y sus quince metros de
envergadura reinaba en todo el paseo.
En 1993 el propietario del restaurante
era Josep María Ferré Catasús.
También lo era del Restaurante Quatre Gats, donde el menú se imprimía
cada día en un diario bilingüe castellano/catalán con noticias e informaciones
culturales. La editorial responsable, Quatre Gats Diari, dirigida por Rubén Adrián Valenzuela, también se
hizo cargo del menú del Gambrinus,
adoptando la misma filosofía pero con otro diseño.

Tras diez años de actividad, el 13 de
mayo de 1998 el Ajuntament decidió no renovar las licencias de hostelería, los
restaurantes fueron cerrando y se desmantelaron las instalaciones para dejar el
paseo despejado.

Mucha gente pensó que el nombre del
restaurante hacía referencia a la escultura, cuando no tiene nada que ver. Gambrinus es el nombre de un rey
alemán. El senador romano Tácito
escribió en el año 98 una breve historia de un pueblo bárbaro que vivía al
norte del Rin. Citó a sus reyes y a los hijos de éstos, entre los que estaba Gambrivii, cuyos descendientes fundaron
la nación de los Gambrivios. Todo el
tema quedó olvidado hasta 1425, cuando una copia del escrito localizada en una
abadía llegó a Italia.

La
leyenda se fue entretejiendo con personajes reales, con títulos nobiliarios
(Orden del Lúpulo), folclore de distintos lugares, hasta que en 1868 Charles Deulin escribió, dentro de la colección Cuentos de un bebedor de cerveza,
la historia de Gambrinus, rey de la
Cerveza, consolidando el nombre para siempre.
Gambrinus ha perdurado tanto en la memoria colectiva como para
tener fecha propia en el calendario: el 11 de abril.
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