viernes, 14 de septiembre de 2018

Once minutos


Paulo Coelho escribió este relato en 2003; retrata la vida de María, una chica brasileña de clase pobre, desde sus ilusiones infantiles a los once años hasta su vida adulta como prostituta en Suiza, a medio mundo de distancia.

Empieza con una frase de cuento “érase una vez”… como si quisiera narrar un cuento, los relatos que se usaban para transmitir valores concretos a un público entregado. La obra se desarrolla entre la narración en sí y las páginas del diario de su protagonista. El estilo sigue la pauta que ha conseguido millones de seguidores para el autor: un verbo fácil de leer, una mezcla de filosofía ligera, frases impactantes, autoayuda, esoterismo light y costumbrismo.

El tema del libro está reflejado en su título y explicado en un párrafo: “¿Durante la noche? María, estás exagerando. En realidad, son cuarenta y cinco minutos y si descontamos el tiempo de quitarse la ropa, ensayar alguna falsa caricia, hablar de algo trivial, vestirse… reduciremos ese tiempo a once minutos de sexo propiamente dicho”.
De eso trata la obra, del sexo y la soledad y las esperanzas postergadas sin fecha. Para explicarlo, el autor se pone en la piel de una niña de once años y refleja en sus diarios unos pensamientos y unas reflexiones bastante extrañas para el sentir de una niña y de esa edad. Y cuando los diarios ya son de la mujer que trabaja en un club de alterne, pone en esas pretendidas páginas unas filosofías poco creíbles.

Y la obra sigue con unos personajes poco sólidos y demasiado previsibles, unas explicaciones cuanto menos excesivamente amables tratándose del oficio que recorre todas las páginas: la prostitución, aunque el autor se empeñe en venderlo como un trabajo sin secuelas físicas o síquicas en la mujer. Además de confundir el sexo con el negocio de la prostitución, y poner en este último las connotaciones más elegantes del primero.


Paulo Coelho de Souza es un autor brasileño nacido en Rio de Janeiro en 1947 y afincado en Suiza desde 2006. Sus obras se han vendido en más de 150 países, ya han alcanzado los 200 millones de ejemplares y se han traducido a 81 idiomas. Ha conseguido varios galardones internacionales, colabora con la Unesco y desde 2002 es miembro de la Academia Brasileña de las Letras (sillón 21).

De familia muy católica de clase media-alta, comenta que siempre quiso escribir, fue demasiado desobediente con sus padres y acabó ingresado dos veces en un instituto siquiátrico que lo sometió a electroshock. Pasó por ambientes contestatarios, hippies, musicales y de magia negra. A los veintiséis años decidió ser “normal”, consiguió trabajo, conoció a quien sería su primera esposa y se trasladaron a Londres. Luego rompió con todo, volvió a Brasil, se encontró con una amiga de la infancia que acabó siendo su segunda (y actual) esposa. 

Viajaron por Europa, y él aseguró que tuvo un encuentro con un ser al que había conocido previamente en una visión. A partir de ese momento se reencontró con el catolicismo, realizó el Camino de Santiago y dio un giro definitivo a su vida, en el que todavía está. En cuanto a sus otras actividades, ha creado la Fundación Paulo Coelho a la que ha entregado miles de documentos, diarios y cartas recibidas a lo largo de toda su trayectoria.

Pese a ser un autor de éxito, literariamente se le considera un autor menor, por sus construcciones gramaticales simples, sus evidentes influencias de otros autores, sus citas frecuentes de la Biblia, las Mil y Una Noches o el Mahbarata. Sin embargo, ha sabido construir una forma de comunicar mensajes sencillos de autoayuda y de esoterismo fácil que llega a millones de personas, que son sus lectores fieles.

Naturalmente, como autor pone algo de sí mismo en cada escena o párrafo o pensamiento de Once Minutos, y en muchos puntos da la impresión de que expresa más sus elucubraciones o sus fantasías que un pensamiento verosímil de la idiosincrasia de algún personaje. Sin embargo, el autor comenta al final de esta novela que está basada en la vida real de una prostituta, y que los comentarios de sus compañeras y la vida que refleja del local donde trabajan corresponde bastante a la situación real.

Es difícil pensar que una mujer que se trabaja tres clientes cada noche cinco noches por semana no haya tenido ni un encuentro difícil, ni un daño físico, ni una enfermedad y tenga ánimos al día siguiente para ir a la biblioteca, estudiar, formarse…

Hay una situación en la obra que resulta tópica: un cliente con aficiones de sadismo, una sesión consentida (dinero manda) y la conclusión del autor de que la verdadera liberación de una mujer es ser inmovilizada con cuerdas, humillada y azotada con un látigo. Que por supuesto, en esa situación conseguirá un placer descomunal y que la verdadera víctima es el del látigo, que es que no sabe expresarse mejor. En muchas páginas da la impresión de que se están paseando las fantasmagorías del autor.

250 páginas después la obra termina con un canto de esperanza, y de la manera clásica cuando se trata de este tema: un cliente acaba enamorado de ella.



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